Derian Passaglia escribe sobre tres novelas del escritor argentino César Aira: El mármol (2011), El náufrago (2011), El Pelícano (2020).
Por: Derian Passaglia
Leo tres o cuatro novelas de César Aira al año, pero este año van en aumento: voy cinco y todavía no llegamos (si es que vamos a llegar) a mitad de año. César Aira no es un escritor, ni siquiera el mejor escritor de Latinoamérica (para ocupar esos lugares burocráticos existe Vargas Llosa), ni un gran escritor; simplemente es el modo en que la Literatura vive en el presente, encarnado en un hombre de setenta y pico de años que, cuenta el mito, escribe todos los días una paginita. Acá, una actualización de mis Airas del 2021.
El mármol (2011)
Este fue mi primer Aira del año. Me llama la atención que sea una de las novelas de Aira que pegó, una de las populares, como Los fantasmas quizá o Cómo me hice monja, o no sé, Un episodio en la vida del pintor viajero, libros que tuvieron éxitos internacionales. Tiene algo de novela tradicional (más tradicional que otras veces) y algo aireano al mismo tiempo, y creo que ese es el secreto de El mármol. Decía Piglia que Borges dinamitó la estructura del cuento clásico por dentro; Aira hace lo mismo con el género novela y en esta más que en otras. En general, las novelas de Aira siguen la deriva y no se preocupan por el desarrollo de un argumento clásico. El final de El mármol retoma el principio, se cierra de alguna forma la novela con lo que empezó, pero en el medio Aira se manda alguna de las suyas: chinos extraterrestres de otros universos, clase B, supermercados, un narrador que parece como siempre un dibujito animado.
El náufrago (2011)
El otro día estaba pensando que lo mejor de Aira es el uso de estereotipos como figuras literarias. El que usa acá es la figura del náufrago, que tiene antecedentes como Robinson Crusoe o Tom Hanks con barba enrulada llorando porque se le cayó Wilson del bote en medio del océano. Este relato de Aira le cambia el sentido a los relatos de náufragos, como hace siempre Aira con cada estereotipo, y le agrega «una torsión macabra», según el narrador: el náufrago encuentra pedazos de cuerpo en la playa que no sabe de dónde provienen, y se empieza a imaginar historias sobre su procedencia. Desde ese momento empieza la marca Aira, una deriva que termina en cualquier lado. En este caso, en año nuevo. Me gusta cómo cuenta Aira año nuevo, porque se parece a Kafka pero más tonto: páginas y páginas enteras dedicadas a contar cómo se festeja año nuevo en «países subtropicales», como si lo contara a alguien que no sabe o viene de muy lejos o es un marciano. Se lee, como casi todo Aira, entre una mañana y tarde de sábado.
El Pelícano (2020)
El último libro de ficción publicado por Aira y el anteúltimo en editarse, ya que este año salió una recopilación de sus artículos dispersos. Una rareza: el relato adopta la forma del policial, género que Aira no usó mucho, en sus relatos prevalece el fantástico, la ciencia ficción y el maravilloso. Hay un pelícano raptado, “un pajarraco que nadie había visto en realidad, casi una invención de la fantasía”. Con el paso de las décadas, la literatura de Aira se volvió abstracta y autorreflexiva, menos propensa a la acción. Hay también típicos personajes aireanos de caricatura que investigan un caso del que obviamente nunca descubriremos nada (y a medida que transcurre la novela el Pelícano no es más que un hilo invisible de significado que apenas da título al relato) llamados Jocoserio y Quinta de Tos.
Una curiosidad: fue escrito en 2019 y el narrador menciona al pasar un virus mortal que destruye la humanidad.