Derian Passaglia escribe sobre la serie Okupas, recientemente subida a Netflix, a juicio «una de las mejores series de la historia filmada en Sudamérica».
La campera que usa el Pollo, personaje de la serie del momento en Netflix, se agotó en pocos días en comunidades de compra y venta online como MercadoLibre. Okupas no es nueva, la rescató Netflix en versión HD y con un repertorio de música nueva, ya que por temas de derechos no pudieron usar algunas canciones de la versión original. La serie consta de once capítulos, fue transmitida entre octubre y diciembre del 2000 en la Televisión Pública Argentina (Canal 7 de Buenos Aires, en aquel momento), producida por Ideas del Sur (productora de Marcelo Tinelli) y dirigida por Bruno Stagnaro.
Wikipedia define la serie acentuando su aspecto de crítica social: “Se trata de un relato urbano que refleja en su historia la decadencia social y económica durante la Crisis económica argentina de finales de los años noventa.” Considerar cualquier relato como crítico es pensarlo en términos de realismo mimético. Incluso las novelas del siglo XIX francés no son críticas a nada. Los únicos relatos que debieran pensarse desde la crítica son quizá aquellos que tienen una intención política. El mejor, en ese sentido, fue Pier Paolo Pasolini: “para ser poetas -dice un verso suyo-, hay que tener mucho tiempo”.
Los cuatro protagonistas de Okupas también tienen mucho tiempo libre y se la pasan tomando Quilmes del pico, comiendo arroz con menudos, viajando a Quilmes para “pegar merca”, refaccionando el caserón deshabitado donde viven momentáneamente. Son cuatro personajes principales que se vuelven muy amigos: Ricardo (Rodrigo de la Serna), Pollo (Diego Alonso), Chiqui (Franco Tirri) y Walter (Ariel Staltari). Bruno Stagnaro, quien debutó con la obra maestra Pizza, birra, faso (1998), codirigida con Adrián Caetano, cuenta que no le importaba ninguna crítica social y que su intención era filmar un relato sobre la amistad.
Los centennials descubren una de las mejores series de la historia filmada en Sudamérica. Algo de actualidad sobrevive en una juventud rota post crisis que se lleva puesto los sueños de quienes recién ingresan en el mundo y se dan cuenta que no es como lo imaginaron, como se lo vendió la publicidad o sus propios padres. Ahí afuera hay gente que no tiene un techo para vivir, que vive en la calle, se droga, tiene sida, sufre porque su nieto no anda perdido en la vida, tiene resentimiento, hambre, dolor, juventud, no sabe qué quiere para sí como tampoco lo sabía el jardinero Cruz cuando de cortar pasto saltó a jugar en la primera de River.