Los guerreros de terracota son casi 8000 esculturas esculpidas con la técnica de la tierra cocida. Las figuras, a escala humana, miden un metro ochenta y están equipadas con armaduras, peinados y sombreros característicos. El nivel de detalle se aprecia hasta en los bigotes.
Por: Derian Passaglia
La expresión del obrero (pasó durante unas obras para abastecimiento de agua) cuando descubrió una porción de la tierra que correspondía a uno de los patrimonios artísticos de la humanidad en las afueras de la ciudad de Xi’an habrá sido nueva, nunca antes vista en su cara. Fue el 2 de febrero de 1974.
Los guerreros de terracota son casi 8000 esculturas esculpidas con la técnica de la tierra cocida. Las figuras, a escala humana, miden un metro ochenta y están equipadas con armaduras, peinados y sombreros característicos. El nivel de detalle se aprecia hasta en los bigotes. No hay ningún guerrero que sea igual a otro. Hay hasta carros de bronce del emperador y caballos. Los carros están formados por más de tres mil piezas y pintados en bronce.
El foso donde se ubican las esculturas tiene una superficie de doscientos metros por cincuenta. Los distintos uniformes revelan el rango al que pertenecía cada soldado, y cada uno llevaba un arma: arcos, lanzas, espadas. Al caer la dinastía Qin, los campesinos saquearon las tumbas y robaron las armas.
Originalmente, los guerreros estaban policromados, y los científicos y arqueólogos reconstruyeron los colores que van del violeta al rojo, del verde agua al negro con detalles turquesas en las muñecas.
El emperador que mandó a construir esta obra, comparable a las pirámides egipcias, creía que seguiría teniendo las tropas bajo su mando, como si en la representación de los guerreros no hubiera diferencias con la realidad. ¿Habrá soñado el emperador chino encerrar el alma de los guerreros en las esculturas de tierra? ¿Habrá pensado que el secreto del universo podía capturarse en los objetos creados por el ser humano?
