Mariana Nannis se sienta en la mesa. Claudia Villafañe, Diego Maradona, y todos los jugadores esperaban la cena navideña. Ruggeri se olvidó de un detalle importante: no compró una cuchilla para cortar el pavo, y se lo dice a Nancy en el oído, que la tiene al lado.
Por: Derian Passaglia
El sábado 30 de octubre Diego Maradona hubiera cumplido sesenta y un años. El 25 de noviembre próximo se cumplirá un año de su muerte. Oscar Ruggeri coincidió con Maradona en la década de los ochenta en Europa. Ruggeri jugaba para Real Madrid y Maradona para el Barcelona. Era vísperas de Navidad. Para un jugador de fútbol, cuenta Ruggeri, la familia es lo más importante, porque es el sostén de todo. Entonces, con su esposa Nancy deciden dar una gran comida de nochebuena. Invitan a jugadores que en ese momento andaban repartidos en clubes de España e Italia: Pumpido, Fantaguzzi, el gallego González, Caniggia, Diego y el hermano de Diego.
Los invitados eran como treinta y Nancy le preguntó a Ruggeri cómo iban a comer todos. Faltaban cubiertos. “Pará que voy a comprar”, le dije Ruggeri. Compró platitos plásticos esos de cumpleaños, cuchillos, tenedores, vasos. Todo de plástico y de cumpleaños. “Total somos todos conocidos”, se justificó Ruggeri. Para comer, había cinco pavos. Enormes, gordos. Ruggeri los desplegó en la mesa antes de que llegaran los invitados. Esa noche, Caniggia hizo la presentación oficial de su novia y futura esposa Mariana Nannis.
Cuando bajó del auto, Mariana Nannis estaba vestida impoluta, un vestido largo que le llegaba hasta los tobillos. “Era para ir a ver a la reina de España, no a mi casa”, sigue Ruggeri. Los jugadores estaban vestidos de jeans y con una camperita. La navidad en el hemisferio norte es fría y nieva. Al verla, los jugadores se metieron adentro de la casa y esperaron para saludarla. Piensa Ruggeri que Mariana Nannis los miró como diciendo que eran todos unos gronchos.
Mariana Nannis se sienta en la mesa. Claudia Villafañe, Diego Maradona, y todos los jugadores esperaban la cena navideña. Ruggeri se olvidó de un detalle importante: no compró una cuchilla para cortar el pavo, y se lo dice a Nancy en el oído, que la tiene al lado. Diego estaba a un metro de Ruggeri y lo escucha.
-¿Qué? -dice Diego-, ¿qué?
-No tengo cuchillo para cortar los pavos -dice Ruggeri.
-Pero qué cuchillo -dice Diego levantándose de la mesa-, ¿qué cuchillo? Dejame a mí. Dame el pavo.
Diego Maradona agarró el pavo con las manos y le arrancó las patas. El pavo voló, todo desarmado por el aire. El pavo cayó en la mesa. La Nannis miraba.
-¿Qué querés vos? -le preguntaba Diego a algún comensal.
-Pata.
Entonces Diego revoleaba la pata por el aire para que caiga en el platito blanco plástico de cumpleaños. Pero caía en el suelo, o en cualquier otro lado de la mesa.
-Pechuga -pedía otro.
Maradona arrancaba la pechuga con los dedos y la tiraba al plato. Para esa altura, Diego tenía la corbata en la cabeza, habían estado bailando antes de la cena. En un momento, la Nannis se fue de la mesa. Al hijo de Pumpido le habían regalado un flipper. Ya todos habían comido. Mariana Nannis jugaba concentrada al flipper.
-¿Estás contenta vos con la fiesta? -le gritaban cuando pasaban los jugadores haciendo un trencito.