Paranaländer nos relata la existencia clandé del poema del Mariscal llamado Paraguay, de la metamorfosis de un país vuelto poema, espíritu colectivo again.
Por: Paranaländer
Mi teoría es así: el último paraguayo fue el Mariscal. Todos lo que vinieron después son hijos de brasileros y kurepas que violaron a nuestras yaryi nguera.
Murió el Mariscal, pero dejó su quintaesenciado tesoro: el poema llamado Paraguay. Está formado de versos y ritmos, de palabras y fonemas. De espíritu, de aliento lopizta. Vivirá mientras la memoria lo reconozca y repita.
Sobre eso escribí alguna vez y, como nadie lee nada ni a nadie, lo transcribo aquí, para mayor gloria de la poesía parawayensis.
“Hay un mito que acaso muera conmigo si ustedes no quieren oírla ahora”.
“Diga nomas con confianza karaí‚ somos todo oídos además, recuerde, somos científicos en viaje de investigación y recolección de datos” ‚ saltó Paleolítico (que a última hora había tomado por asalto las vestiduras del asistente, ¡oh pobre Cererê!) agitado por la curiosidad de pescar algo incalculable que lo haría famoso o promocionar en el escalafón del Archivo Total‚ que hasta entonces‚ escudado siempre en su ironía‚ había permanecido callado.
“La noche antes de la muerte del Mariscal‚ la víspera del 1 de marzo de 1870‚ Mitamoroti hizo formar un corro alrededor suyo con sus generales y hombres de confianza y además de escupirles su arenga suprema les contó la historia de la guerra. No más de 100 hombres no menos de 90‚ la cifra es dudosa. Todos memorizaron solo un pedazo de ese largo poema cantado al amanecer por el Mariscal cual karaiva de los tiempos sacros del ava mitológico‚ los 100 hombres se guardaron un pedazo de Paraguay en sus memorias para guarecerla hasta el fin de los tiempos. Juraron hacerlo esa noche ante su líder y karaí tendota (no por sus vidas sino por la supervivencia de su tierra). El Mariscal-poeta (exudado por el Mariscal-héroe) los amenazó con el artilugio infalible de una maldición: si alguien olvidaba su parte, Paraguay desaparecería, y si morían con ellos su parte, también el Paraguay con el paso de los años dejaría de existir. El poema Paraguay fragmentado por el canto chamánico del Mariscal era la maldición de Paraguay mismo y solo sobreviviría mientras sobreviviera en la memoria pero – como se trata al final de una sofisticada maldición – en pedazos, jamás como poema total”.
“Ahora he copiado la parte que mi bisabuelo-niño memorizó entonces y me ha sido transmitido. Llévenselo‚ total no vale‚ como todo pedazo, solo, es ineficaz su hechizo‚ no creo que sea como la clonación que a partir de una célula puede reconstruirse todo el cuerpo. Paraguay tiene la naturaleza de un poema no de un cuerpo. Buen viaje amigos Y acuérdense de mí‚ Paraguay‚ para servirles.” Demon y Paleolítico dejaron escorarse el cuerpo – que hedía a caña blanca – del karaí tuja sobre sí como signo de interrogación que se hubiera congelado por la helada invernal. Después de una hora de caminata prospectiva por la Costanegra regresaron pletóricos con su extraño tesoro al Archivo Total. A quien quisiera saber, aún Pesimismo FM seguía perifoneando el idiota white noise del espacio exterior barullento y sin sentido….”
Imagen de portada: Obra de Chuchín Sorazábal (1902-1944)