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domingo, noviembre 24, 2024

La edad de oro de la cultura parawayensis

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Paranaländer sufre la época decadente que le toca en aciaga suerte malvivir, añorando esa época dorada de la cultura paraguaya, la que va de 1920 a 1950, cuando la poesía se perifoneaba en radios y serenatas.

 

Por: Paranaländer

 

Mi teoría es que el pináculo o acmé de la cultura paraguaya del siglo XX aconteció entre los años 1920 hasta los años 1950.

Un primer ejemplo: Rosicrán muere en 1954, Campos Cervera en 1953, Félix Pérez Cardozo en 1952. Se empiezan a publicar los primeros capítulos del Ayvu Rapyta en 1953 en la Revista de Antropologia (São Paulo), de 1954 es la exposición de la Semana del Arte Nuevo. Y en el otro extremo, el inicial, en 1920 aparece la revista Guarania, Barrios compone “La Catedral” en 1921, en 1922 se editó la revista “Ocára Poty Kuemi”, en 1925 Flores patenta el género musical guarania, Samuel Aguayo -el artista paraguayo más galardonado a nivel internacional, sus 11 discos de oro lo avalan- graba en 1929 su primer disco con RCA Victor (en realidad aún se llamaba Victor Talking Machine Company).Y en medio, el semanario Guaraní de Facundo Recalde, las caricaturas de Sorazábal, los lenguajes coloquiales de Julio Correa (inventa el portuñol), las colaboraciones de Emiliano, Darío Gómez Serrato…En cuanto a pensamiento político, El Nuevo Ideario Nacional es de 1929. Y en narrativa, el momento de su gran arranque es los 50: “La babosa” (1952) y “El trueno entre las hojas” (1953).

Esta constatación es valiosa sobre todo para entender la decadencia actual en que está sumida hace rato la cultura paraguaya. Carecemos hoy tanto de una música de la calidad e internacionalismo de aquel periodo, la narrativa es estacionariamente adocenada, el pensamiento filosófico o político nulo.

Con respecto al ítem poesía, salvo contadísimas excepciones, no alcanza remotamente el nivel de la poesía (popular, de circulación oral) que se escribía y circulaba en aquellos años, la mayoría vehiculada gracias a las musicalizaciones y grabaciones de los grandes músicos como Flores (Manú, Félix Fernández, Carlos Federico Abente, Rigoberto Fontao Meza), Samuel Aguayo (María Teresa Márquez, Pedro José Carlés, Teodoro S. Mongelos, Campos Cervera, Mauricio Cardozo Ocampo), Los guaraníes, Félix Pérez (Gumersindo Ayala Aquino, Ortiz Mayans), Diosnel Chase (Emiliano, Francisco Martín Barrios), Eladio Martínez, Barboza (Carlos Miguel Jiménez, Enrique E. Gayoso, Jesús Amadeo Recalde, Ida Talavera), Herminio Giménez (Gómez Serrato), Emilio Bobadilla Cáceres (Deidamio González, Juan Maidana, Cristóbal Balbi, Ezequiel González Alsina), Toledo Núñez (Néstor Romero Valdovinos), Emilio Biggi (Federico Riera), Paraná  (Víctor Montórfano).

Cuando más se coteja a esta generación con la nuestra, nos volvemos más enanos y ellos gigantes.

Esta peculiaridad de que esa poesía, popular, haya necesitado a la música, la polka o guarania, para trascender, nos lleva a querer compararlos con los geniales compositores del Tin Pan Alley, los poetas de «Tin Pan Alley» al decir de Woody Allen, un grupo de compositores y letristas que trabajan en sociedad muy estrecha como en muchos de los casos que estamos tocando: Eladio Martínez le pone música al poema “Tesay” de Gumersindo al igual que Iran Gershwin le puso la letra a “The Man I Love” de su hermano menor y más célebre, Georges, o a la composición “Long ago [and far away]” de Jerome Kern.

“Compositor ika’apa

Che’eysigénte eterei

Sólfapeke tomoi

“Verso” cherembiapokue

Tojegraváke pya’e

Radio rupi taiñasái

Tou jepe “Carta Hái”

Poetarônte aikose”

“Compositores de melodías/hastiados están de mí/ les exijo musicalizar/ los veros que yo hilvané. / Que en discos sean grabados, / por radio sean difundidos/ aunque mal me critiquen, / poeta quisiera ser:”

Sirva de ejemplo este poema “Poetarônte Aikose” del Quevedo Guarani, José Asunción Acuña, que, a pesar de ser una autoparodia, describe a la perfección -al permitirnos ver cómo en una sociedad eminentemente ágrafa o de cultura oral- el crecimiento y la propagación de tal cantidad de obras de alta calidad poética al mismo tiempo. Es que el arraigado rito de las serenatas, cumpleaños, fiestas patronales, en donde las canciones volaban libres, sumado a la conjunción poeta-músico-nueva tecnología que se cristaliza en las grabaciones, termina en un resultado inusitado: que la memoria del poeta se mantenga plenamente oral como en la época de los provenzales. Claro había revistas que publicaban poema en guarani, pero su circulación era muy limitada.

Sí, la llamada década de oro, la de 1920, por el boom nacional del algodón, comienza también la edad de oro de la cultura paraguaya. Desde entonces solo una vertiginosa e ininterrumpida decadencia marca nuestros días.

 

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