En 1947, Sartre tenía 42 años. Toda su vida la pasó entre guerras, toda su vida fue una larga guerra. Su escritura, por eso, parece de combate. Por: Derian Passaglia
Domingo, 11/12 18:48
Sartre lo confiesa: “la literatura de la Resistencia no ha producido grandes cosas”. Habla de que los escritores de su generación se dirigían a los opresores por medio de la ficción literaria para avergonzarlos, aunque sea, de su opresión. Dos cosas me pregunto: ¿qué “opresores” puede tener un francés, intelectual de clase acomodada, de mediados del siglo XX? ¿Y no se da cuenta, además, de la inocencia de pensar que un opresor puede espantarse o avergonzarse con un libro?
Pero también es cierto que en las dictaduras latinoamericanas hubo grandes quemas de libros, libros prohibidos, etc. “Situados en el seno de la opresión, representábamos la colectividad oprimida de la que formábamos parte, sus cóleras y sus esperanzas. Con más suerte, más virtud, más talento, más cohesión y más preparación hubiéramos podido escribir el monólogo interior de la Francia ocupada”. Sartre no se lo cuestiona: es la conciencia moral de un tiempo y un lugar.
2023
Lunes, 2/01 12:35
Ya poco más de un año leyendo a Sartre y con el diario escribiéndose. Estamos en 1947, nunca hay que olvidarse de eso en este capítulo, durante estas páginas. Pero tampoco hay que olvidar que Sartre tiene una responsabilidad, un deber. La responsabilidad es social, o mejor dicho, es la sociedad quien pone esa responsabilidad sobre los hombros del escritor.
Es la primera vez que pienso en esto: en 1947, Sartre tenía 42 años. Era ya un señor grande pero un casi joven adulto a los ojos de hoy. Toda su vida la pasó entre guerras, toda su vida fue una larga guerra. Su escritura, por eso, parece de combate.
Domingo, 15/01 18:59
“En la medida en que la literatura es negatividad, impugnará la enajenación al trabajo; en la medida en que es creación y avance, presentará al hombre como acción creadora y le acompañará en su esfuerzo para dejar atrás su enajenación presente en pos de una situación mejor”. No necesariamente. En Beckett la literatura es negatividad y creación al mismo tiempo. En tanto que niega, Beckett crea (el absurdo, la nada, etc). Cuando la literatura es creación, como en Borges, Aira o Stephen King, tampoco se trata de “dejar atrás la enajenación” por algo así como el progreso. En opiniones como estas, fundadas en supuestos teóricos e ideológicos anclados a una determinada situación social y contextual, es cuando se ven los límites del pensamiento y el alcance de las ideas sartreanas.
