Paranaländer lee poema “Mangoré” del poeta venezolano Andrés Eloy Blanco (1896-1955), escrito en la cárcel-castillo el año 1932, cuando el guitarrista paraguayo estaba dando una serie de conciertos en el país caribeño.
El poeta y político venezolano (1896-1955) llama poeta davídico a Mangoré en el poema homónimo escrito en la cárcel-castillo de San Felipe el años del inicio de la Guerra del Chaco (1932). Ya otro paraguayo como Mangoré, guitarrista también y poeta guaireño, Gumercindo Ayala Aquino, había traducido al guaraní al poeta venezolano en 1961: “Yacy guata” se tituló la edición asuncena significativamente impresa por la Penitenciaría Nacional (no he encontrado hasta hoy un ejemplar para apurar las versiones de Gumercindo). Gumercindo, conocido con el apodo de Ayalita, recordemos, fue tutor de dos menores de edad en México cuando dirigía el grupo Los Guaireños (que incluía a su esposa Paty, Agustín Barbosa y Digno Gacía): ean nada más y nada menos que Paraná (todavía se llamaba Luis Osmer Meza) y Humberto Barua. En El salvado, el grupo hizo acto de presencia en la tumba de Mangoré (1949). Cuando el grupo se disolvió, Gumercindo se estableció como granjero en la ciudad fronteriza con Colombia llamada San Cristóbal, Venezuela (1951). Suponemos que en esta época habrá topetado con la poesía de Eloy para traducirla una década después en Asunción. El Diario da Noite de Río de Janeiro había informado de la (falsa, fake) muerte de Mangoré en Venezuela el 12 de diciembre de 1934. Mangoré, durante un concierto en el país de Eloy, el mismo año del poema (1932, en que hizo muchísimos conciertos allí), fue interpelado por una mujer que le pidió intercediera por la liberación de su marido. Tal cual hizo el guitarrista misionero: en audiencia con el presidente clamó por el preso y logró la liberación del hombre.
Mis tres canciones favoritas del repertorio popular venezolano son: “Caballo viejo” (de Simón Diaz), “Alma llanera” (cantada por Paraná) y “Angelitos negros” (bolero mexicano popularizado por Pedro Infante y luego por Roberta Flack, con letra de Eloy). Los Pasteles Verdes – Angelitos Negros (Video Oficial HD Remasterizado) (Infopesa)
En el poema el pelota peso Eloy considera a Mangoré como reencarnación de un poeta guarani muerto en la Guerra del 70. En un punto interpreta a Mangoré como una guitarra descolonizadora. Sobre el conflicto bélico desencadenado en esa hora, la Guerra entre Paraguay- Bolivia, Eloy tiene claro que el Chaco -y toda América- es del indio. América está llena de angelitos indios: eso es lo que suena en el corazón de la guitarra de Mangoré, nos dice al final el poema.
Mangoré
¿Qué poeta mataron en Estero Bellaco
o en Lomas Valentinas,
qué hondo poeta davídico,
para haber transmigrado así
a las manos de este indio?
¿Qué diría ese joven guerrero guaraní
cuando encontró en unas breñas, por lados de Ivaté,
una guitarra abandonada?
¿Cómo le dió vueltas en sus manos
sin saber lo que era aquella cosa desnuda?
¿Qué voz le llamó al fin del hueco de la caja?
¿Y cómo se le hizo música entre los dedos?
Por todo lo que España le quitó a Moctezuma,
por todo lo que le quitó a Atahualpa,
el Inca Mangoré
le ha quitado a España la guitarra
y ha hecho de ella una península de su corazón,
una colonia de su alma.
¿Qué suena allá abajo?
¿Guerra? ¿Guerra?
¿Paraguay? ¿Bolivia?
¿Se van a matar los hombres por la tierra?
¿De quién es el Chaco Boreal?
Oh, Guerreros!
el Chaco vasto y sonoro y profundo
y el Neuquén y el Orinoco y el Vichada
y toda la conciencia india del Continente
son de este Indio que los tiene en el hueco de su guitarra.
No preguntéis de quién son las tierras de América,
hacedlas vuestras, como este indio las hizo suyas sin tocarlas,
y gozad el milagro del que pudo meter
a toda América en el corazón de una guitarra.
Valera — Setiembre 23 de 1932
fuente. B A R C O de piedra, A N D R E S E L O Y B L A N C O, caracas, 1937