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domingo, noviembre 24, 2024

Yo canibal

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Paranaländer arma desvergonzadamente una breve antología’i antropofágica para no aburrirse en este weekend de caldo avá y asado kurepí.

 

Cannibale es una revista de dos números de Picabia del año 1920.

Y también un Manifiesto caníbal dada muy obsceno del mismo autor, interpretado por Breton el 26 de mayo de 1920. El final merece una transcripción:

DADA no huele a nada, no es nada, nada, nada,

Es como vuestras esperanzas. nada

como vuestros paraísos: nada

como vuestros ídolos: nada

como vuestros políticos: nada

como vuestros héroes: nada

como vuestros artistas: nada

como vuestras religiones: nada

El ensayo de la antropóloga francesa  Hélène Clastres, “Cuñados enemigos: Sobre el canibalismo tupinambá” (en Nouvelle revue de Psychanalyse, 1972), quien también es autora del libro La tierra sin mal: el profetismo tupí-guaraní (1975) sobre la autonomía de los mitos guaraníes de la influencia del colonizador, supera la idea común del ritual antropofágico como simple apropiación de la fuerza del enemigo. Clastres lo inserta en cambio en una economía cosmopolítica transformacional de intercambio, alteridad y diferencia, un giro conceptual que ha influido en la redefinición de las culturas depredadoras y antropofágicas.

“Dos aspectos principales pueden caracterizarlo brevemente. En primer lugar, su dimensión sistemática: todos los prisioneros de guerra sin excepción fueron asesinados y devorados; no había alternativas posibles. Podemos entender mejor la importancia del canibalismo si consideramos que las tribus tupi pasaban la mayor parte de su tiempo en guerra y que el objetivo de la guerra era hacer cautivos. En segundo lugar, también es digna de mención la teatralidad de los rituales realizados con los prisioneros: a su llegada a la aldea de los captores, y más tarde, a veces incluso después de muchos años, a su muerte. Estos dos momentos se repetirían o se opondrían, y fueron los puntos culminantes de una obra asombrosa en la que no solo se distribuyen los roles de antemano, sino que también se miden todos los diálogos, las danzas, los coros de mujeres, la decoración y el movimiento espacial. Como si los tupí quisieran poner en escena el espectáculo de su canibalismo. Grandes caníbales, seguramente, y con ostentación. Esta obra implicaba un mínimo de acuerdo entre todos los participantes, incluyendo, en consecuencia, a su futura víctima. Y sin embargo, es necesario decir, dado que el canibalismo se practicaba durante los períodos de guerra, que estas guerras se hacían entre sí, la gente de la misma lengua y costumbre”.

Un libro de Viveiros de Castro se titula Metafísicas caníbales (2009). El caníbal al comerme queda preso en realidad de mi, se vuelve otro, ese que comió.

El ensayo De los Caníbales de 1580 es de Michel de Montaigne.

La peli de Manoel de Oliveira, Os canibais es de 1988. https://youtu.be/PT6UbsCNhQM

El Manifiesto antropofágico de Oswald de Andrade es del año 1928.

Las memorias de  Raul Bopp del movimiento antropofágico se encuentran en «La vida y la muerte de la antropofagia» (1965-1966).

“La reacción modernista de 1922 se desvió de los modos habituales de expresión. Utilizaba fragmentos folclóricos y expresiones campesinas. Impulsó una reacción agresiva contra el mal gusto. Destruyó futilidades. Pero su impacto en las letras y las artes era todavía bastante pequeño. Fracasó en producir una nueva forma de pensamiento, capaz de condensar las preocupaciones del momento. Con el retorno a los valores nativos, los mismos temas nacionales fueron reorganizados en una forma simplista de poesía. Se les dio un aspecto modernista. Los mismos equívocos fundamentales se repitieron de nuevo. El modernismo sólo consiguió deformar y remodelar esos temas, como habían hecho Alencar o Gonçalves Dias en el siglo anterior, en el famoso ciclo de la india romántica”.

El texto breve “Canibalismo y autocanibalismo”, de Joaquim Pedro de Andrade, uno principales directores del Cinema Novo y  Tropicália, fue publicado con motivo del estreno de la película Macunaíma en el Festival de Cine de Venecia de 1969  es sobre todo una advertencia sobre la apropiación recíproca entre Antropofagia y capital.

“El canibalismo es una modalidad ejemplar de consumismo adoptada por los pueblos subdesarrollados. En particular, los indios brasileños, inmediatamente después de haber sido “descubiertos” por los primeros colonizadores, tuvieron la rara oportunidad de elegir a su obispo provisto por los portugueses, Don Pedro Fernandes Sardinha, a quien devoraron en una comida memorable. No es casualidad que los artistas revolucionarios del años veinte—los modernistas—fecharon su Manifiesto Caníbal, “el año en que se tragaron al obispo Sardinha”.

Anthropophagia” (1902), un breve texto del escritor francés Alfred Jarry.

“La antropofagia, esa rama tan descuidada de la antropología, nunca se desvanece; la antropofagia no está muerta de ninguna manera. Como es sabido, existen dos modos de antropofagia: comer seres humanos o ser comidos por ellos. También hay dos formas de probar que uno ha sido comido; por el momento examinaremos sólo uno. Si La Patrie del 17 de febrero no embelleciera la verdad, la misión antropófaga que envió a Nueva Guinea hubiera sido todo un éxito, tanto que ninguno de sus miembros logró regresar, salvo, oportunamente, los dos o tres ejemplares que los caníbales por costumbre no comen para que se les encomiende el envío de sus felicitaciones a la Sociedad Geográfica”.

 

 

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