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domingo, noviembre 24, 2024

«Mujer, yo te amo», un tema de Mc Caco

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Mc Caco pertenece a una segunda, y hasta tercera camada de chicos que buscaron en la cumbia una salida a los problemas y un trabajo que los ayudara a progresar. Por: Derian Passaglia

De la crisis económica del 2001 en Argentina nació un nuevo género. Dicen que las crisis son oportunidades. La miseria, el trueque, los dólares que se robaron los bancos, las cacerolas, las muertes inocentes, los saqueos y la represión policial. Ese fue el marco ideal para que la cumbia villera explotara en las radios. Se decretó Estado de sitio. Desfilaron 7 presidentes en una semana, Eduardo Duhalde agarró la papa caliente y gobernó hasta las elecciones. El mediodía del 19 o 20 de diciembre salí a la vereda. Los vecinos corrían con bolsas y cajas que habían saqueado del supermercado de la esquina, el Único. El Cona se venía comiendo una salchicha cruda, andaba en cuero. Un gordo en bicicleta se cayó a la zanja con una garrafa.

Damas Gratis y Pibes Chorros fueron los primeros grupos de cumbia villera. “¿Qué es ese sonido, esa música como a ritual macumbero, que parece oscuro y alegre al mismo, que me transporta a otro mundo?” me pregunté cuando escuché por primera vez Andrea, en el minicomponente de mi pieza, a media mañana, mientras me preparaba para ir a la escuela. “Ay, Andrea -cantaba Ariel el Traidor- vos sí que sos ligera / ay, Andrea, qué astuta que sos”. La cumbia villera había entrado a mi vida y se volvería una parte de mi sensibilidad, pero yo todavía no lo sabía. Esa primera cumbia villera, en pleno estallido de la crisis social, fue rebelde y crítica, fue poderosamente contestataria y anarquista.

Cantaban sobre chicas en tanga, sobre asaltos y armas, sobre chicas que no se bañan, sobre pibes hacinados en un pabellón, sobre el consumo de droga, sobre la degradación de la vida en un país, en un continente, sometido y colonizado por las super potencias, inestable por sus gobiernos. Cantaban sobre adictos, sobre chetos, sobre la policía, sobre el resentimiento, sobre las calles suburbanas de una gran ciudad, sobre el amor también, aunque de forma triste, como si fueran tangos o boleros con ritmo de cachengue. Cantaban sobre las cosas que uno puede ver todos los días a su alrededor pero que elige, como se dice ahora en las redes, “fingir demencia”: la pobreza y la marginalidad, la vila y los negros.

Mc Caco pertenece a una segunda, y hasta tercera camada de chicos que buscaron en la cumbia una salida a los problemas y un trabajo que los ayudara a progresar. La cumbia villera fue una salvación para muchos, o para unos pocos. Después de ese primer momento de explosión, la cumbia villera, ya instituida y aceptada por las capas medias de la sociedad, que cantaban y bailaban sus canciones, se volvió romántica, y se alejó de los temas bajos, o los incorporó más bien, pero de otra forma. El tema “Vienes y te vas” es icónico: lo único que queda de la cumbia villera es la base, el ritmo repetitivo, cansino, con el que se acompaña el tópico amoroso. Justamente, el nombre del grupo que canta “Vienes y te vas” se llama La Base musical. La incorporación de la clase media a la cumbia villera provocó que se borraran y difuminaran las ideologías, algo que siempre pasa con la clase media.

“Mujer, yo te amo” es un tema simple, de la época de Los Wachiturros, cuando la cumbia villera era ya solo una “base” que podía recrearse con una computadora. A principios de la década del 2010 los instrumentos se volvieron prescindibles, y por eso más barato hacer cumbia villera. La popularización de internet democratizó el acceso, como suele pasar, y surgieron grupos como Mc Caco, Nene Malo o Tu papá, que experimentaban con la cumbia villera y los sonidos digitales. “Mujer, yo te amo / quiero que vuelvas a mi lado / y por favor no tengas miedo / porque los dos nos queremos”. Cada verso de Mc Caco es un hit, y está pensado para pegar, para ingresar directamente al cuerpo sin ningún tipo de mediación: invita a bailar entre vasos vacíos y a los gritos. Se escucha acá.

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