En un mundo donde el cine apuesta a los efectos digitales, un muñeco de goma viscoso y baboso, como si fuera de hace treinta años, es una novedad. Por: Derian Passaglia
Hay una película argentina de terror que la está rompiendo. Se titula Cuando acecha la maldad y la dirigió Demián Rugna, que ya había dirigido otra muy buena: Aterrados. El terror que se practica en Latinoamérica viene dando lo más novedoso y rupturista en el terreno del género, un género que fue popularizado definitivamente por Stephen King y John Carpenter. Cuando sale del terror de las dictaduras y “lo político”, el terror latinoamericano se acerca al yanki, porque los yankis hablan siempre de individuos en sus ficciones, nunca de colectivos, así de individualistas son.
La película es una locura: explota y retuerce en la cara del espectador como hace tiempo no se veía en el terror. Trata de dos hermanos que viven en el campo, y encuentran un cadáver mutilado. Así empieza, en realidad. La cosa se complica: descubren que en una casa vecina del pueblo hay un “embichado”, un gordo postrado en una cama olorosa, que parece un monstruo de las viejas películas de los ochenta, hecho con goma y utilería. En un mundo donde el cine apuesta a los efectos digitales, un muñeco de goma viscoso y baboso, como si fuera de hace treinta años, es una novedad.
El embichado está poseído por algún espíritu maligno y es contagioso. Resuena no solo El exorcista y el terror italiano de los años setenta, sino también la pandemia, el Covid y el mundo imaginario del campo, con sus cabras que se vuelven chupacabras y sus creencias religiosas sobrenaturales. Es un terror campesino que, en ese sentido, no tiene nada que ver con el imaginario campesino yanki, donde lo que produce miedo, otra vez, son locos sueltos o las costumbres que se mantienen lejos de la ciudad. Acá no hay ciudad.
Acá todo pasa en el campo. Es como si fuera el mismo campo el que está embichado. Hay una escena excelente, donde un patrón de estancia tiene un diálogo con los hermanos. Para el patrón, el agente del mal es el gobierno, de ahí provienen para él esas fuerzas oscuras que dominan los cuerpos y las posesiones. Y una de las escenas más fuertes que se hayan visto en el cine de terror latinoamericano, que mejor no reproducir, aunque se puede adelantar: incluye un perro satánico y una nenita. Se puede ver acá.