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martes, mayo 7, 2024

¿Qué es el realismo socialista? (Segunda parte)

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El realismo socialista consistía en una forma que todo artista debía aplicar para sus obras, en un “método”. Como todo arte de vanguardia, el realismo socialista tenía una determinada técnica prescriptiva que aplicaba al arte.

 

Por: Derian Passaglia.

 

En Obra de arte total Stalin, Boris Groys cuestiona la idea común y aceptada de que el estalinismo significó el final de la vanguardia. Para Groys, el Estado soviético se apropió del proyecto estético de la vanguardia y constituyó su efectiva realización en términos de arte. Los artistas vanguardistas, además de enemigos declarados del Estado, eran censurados bajo los calificativos de “degenerados” o “decadentes”.

Existe una “continuidad entre la ideología de vanguardia y la ideología de la época de Stalin”, según Groys, que se basa en la necesidad de “crear un mundo nuevo”. El realismo socialista, así pensado, puede ubicarse dentro de los famosos ismos de vanguardia que explotaron a principios del siglo XX, como el surrealismo, el dadaísmo, el cubismo, etcétera.  Resulta fascinante que un Estado haya provocado el surgimiento de una corriente estética de vanguardia desde una concepción conservadora del arte. Para Lenin, el arte debía estar subordinado a los intereses del partido.

No hay autonomía ni individualidad posible para un escritor soviético, su obra debe contribuir a la formación de las bases para conseguir finalmente la superación de “todo resto de influencia burguesa” en la conciencia del proletariado. Hay que remontarse quizá al mundo griego antiguo, a las fábulas, a los exempla medievales para encontrar un relato que tuviera una intención tan clara de ofrecer un mensaje al lector, que fue visto como propaganda desde la perspectiva Occidental.

En el año 1934 se funda la Unión de Escritores Soviéticos, presidida por el pope del realismo socialista Máximo Gorki. La literatura se organizaba y se volvía revolucionaria a fines exteriores a ella, lo que resultaba una operación inédita en la historia luego de que Kant declarara su autonomía en el siglo XVIII y se fuera volviendo cada vez más un objeto separado de la realidad, abstracto, con sus propias leyes. Unidos y organizados, los escritores soviéticos tuvieron su propio manifiesto que publicaron no ya en la última revista literaria de moda parisina, sino en un Estatuto que fue aprobado en el I Congreso de Escritores Soviéticos:

 

El realismo socialista, método básico de la literatura y de la crítica literaria soviéticas, exige del artista una representación veraz, históricamente concreta de la realidad en su desarrollo revolucionario. Además, la verdad y la integridad histórica de la representación artística debe combinarse con la tarea de transformar ideológicamente y educar al hombre que  trabaja dentro del espíritu del socialismo.

 

El realismo socialista se transformaba así en una definición, en una forma que todo artista debía aplicar para sus obras, en un “método”. Como todo arte de vanguardia, el realismo socialista tenía una determinada técnica prescriptiva que aplicaba al arte, con la diferencia de que era un arte explícitamente burocrático, concreto, ligado a una realidad no como reflejo fiel sino como mero deseo, ya que se trata de la representación de una sociedad ideal a la que se aspiraba.

Hay un estilo marcadamente soviético de época que se puede describir en pocas palabras. La cuenta de Twitter @sovietvisuals sube videos, imágenes y frases para nostálgicos, como Putin, de la Unión Soviética. Tres o cuatro colores: el gris de los edificios y las calles, el marrón del tronco de los árboles, el negro para el humo que sale de las chimeneas de las fábricas, el blanco para la nieve y el amarillo para la hoz y el trigo. Los paisajes suelen ser abiertos, desolados, de un minimalismo que permanece en el espíritu. Los trabajadores tienen cuerpo de gimnasio y a veces sostienen una escopeta en la mano. Las miradas de los soldados, de las mujeres, de los anónimos que viajan en subte es desafiante. La ciencia es otro de los elementos importantes, y se manifiesta a través de máquinas que podrían verse en pelis yanquis clase B de los 50. El despojamiento es una elección deliberada y vuelve uniforme la manera de representar el mundo. Los chicos, que deberían estar en las escuelas, se entrenan en las industrias, como si en ese universo la explotación infantil se diera por sentado o como si lo que importara, lo que verdaderamente importara, es algo que está más allá de ellos y de todos, de los trabajadores, de las mujeres, de los edificios grises, de la nieve, de los soldados, de los científicos: la única capacidad de abstracción del realismo socialista.

 

Imagen: Rosas para Stalin [1949], de Boris Vladimirski.

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