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domingo, noviembre 24, 2024

Paul Schrader y el realismo moral. Segunda Parte

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Derian Passaglia continúa analizando la obra de cinematográfica de Paul Schrader, enfocándose esta vez en películas como Gigoló americano (1980), The Comfort of Strangers (1990), Light Sleeper (1993), entre otros.

Por: Derian Passaglia

Gigoló americano (1980) es la película que dio fama internacional a Paul Schrader como director. Más que en la psicología de los personajes o en su mundo interior, lo que parece revelar sus modales, sus pensamientos y sentimientos son los objetos que usan, la ropa, los lugares por los que se mueven.

Richard Gere es un treintañero hermoso, culto, inteligente, que usa sus encantos para seducir señoras con plata de Los Ángeles y vivir de la prostitución. Viste traje de blanco y conoce los tics y las formas de la alta sociedad. Ninguna se le puede resistir. Hasta tiene un mánager que le consigue mujeres ricas. Richard Gere aparece desnudo, en un tiempo en que no eran comunes ese tipo de escenas. La película anticipa la frivolidad y el lujo vulgar y financiero de la década siguiente.

Durante los ochenta, Schrader profundizó su visión pesimista de la especie humana a través de un realismo que nace desde adentro del sujeto y se proyecta al exterior. Filmó una remake del clásico Cat People (1982), mucho más bizarra y erótica que la original, mostrando el sexo como un elemento disruptivo y revolucionario en una sociedad que ya pedía liberarse de toda atadura y venía ver de no tan lejos el final de la historia. Le siguieron Mishima (1985), un retrato biográfico del escritor japonés en blanco y negro, Light of Day  (1988) y Patty Hearst (1988).

La película The Comfort of Strangers (1990) parece una locura salida de una mente enferma. Cuenta Schrader que la severa educación religiosa que recibió en la infancia fue una gran influencia a la hora de filmar. El plantel que trabajó en la película es de selección: el guión fue escrito por el dramaturgo Premio Nobel Harold Pinter, la historia se basa en una novela de Ian McEwan y la música fue compuesta por Angelo Badalamenti, quien hizo la música de Twin Peaks.

Una pareja viaja de vacaciones a una Venecia hiperrealista en busca de redención, donde se encuentran con un extraño Christopher Walken, que parece un diablo europeo que los conduce a un descenso a los infiernos. El silencio y la oscuridad de las noches venecianas, los puentes y los pasillos que no conducen a ningún lugar, la humedad y el agua quieta entre edificios milenarios, todo parece proyectarse sobre la relación resquebrajada de los protagonistas.

Light Sleeper (1993) tiene uno de los mejores finales de la historia del cine. Willem Dafoe es un narcotraficante que trabaja para Susan Sarandon, su jefa. Ella cae presa y él la va a visitar a la cárcel.

-Te ves hermosa -le dice.

-Ahora parezco respetable -dice Susan Sarandon.

Willem Dafoe tiene razón, ella está hermosa con sus rulos anaranjados, sus ojos brillantes y su piel impecable y sedosa. Hablan sobre la sentencia. Parece que se va a dictar en diez días. Durante ese tiempo, tienen que esperar. Willem Dafoe la mira y piensa.

-¿Alguna vez nos acostamos? -le pregunta.

-¿Qué? -dice ella sin entender la pregunta, riéndose.

Él también se ríe.

-Ya sabés, hacer el amor… -dice Willem Dafoe.

Ella se acuerda de una vez que estuvieron juntos en una navidad, que lo intentaron, estuvieron desnudos, pero que no pasó nada por culpa del alcohol.

-Estuve pensando y me parece que nunca lo hicimos -dice Willem Dafoe-. Es una de las cosas en las que pienso. Una de las cosas que deseo con ilusión. Espero mantenerla viva.

-Yo también -dice Susan Sarandon, que le sonríe brevemente y lo agarra de la mano-. Es extraño cómo funcionan las cosas.

Willem Dafoe le sostiene la mano en el aire y se la besa. Empieza a sonar la música. Sus ojos están cerrados y no despega la boca de la mano de Susan Sarandon en un beso tierno que le corta la respiración.

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