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sábado, noviembre 23, 2024

El juego de los ricos

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The Game es una película de suspenso y misterio estadounidense de 1997, recientemente subida a Netflix, dirigida por David Fincher e interpretada por Michael Douglas y Sean Penn, donde se relata una peculiar manera de divertirse.

 

Por: Derian Passaglia.

 

Subieron a Netflix la película The Game (David Fincher, 1997). Trata de un multimillonario que es medio antisocial, no tiene amigos, su mucama le deja preparada una hamburguesa en el horno para su cumpleaños y la come mirando la tele con los pies arriba del sofá. La única que lo llama es su ex, que está casada con un médico y tiene hijos. Hay cierta nostalgia en el tono de voz de ella, pero él se ve que está resentido y permanece frío.

La secretaria, en el despacho, le comunica los eventos que tiene por delante.

-Esmóquines, conversaciones aburridas, no, no lo creo.

-Honestamente, no sé para qué me gasto -dice la secretaria.

-Cuando no conoces a la sociedad, no sientes la satisfacción de evitarla -sentencia el multimillonario.

El multimillonario cancela todos los eventos, salvo uno, para el que manda a reservar mesa en un restaurante. Los multimillonarios podrán tener todo lo que quieran, pero hay algo que no pueden tener: amor, afecto, el cariño de la gente, un resto de sensibilidad que los una a otro ser humano. Están muy solos, como el multimillonario protagonista. En el restaurante, entra Sean Penn y parece alterado. Se siente a la mesa con el multimillonario. Se pone a fumar, el multimillonario le dice que no fume, que en los bares de California rige una ley de prohibición. Estamos en 1997. A Sean Penn no le importa, y putea:

-Fuck, California -dice.

Los viejos pelados que rosquean en uno de los restaurantes más lujosos de la ciudad se dan vuelta para mirarlo. Sean Penn parece ido, da vergüenza ajena. Entonces ingresa el elemento que propulsará el nudo de la trama: Sean Penn le da una tarjetita, y le dice que pruebe de ir ahí, es su regalo de cumpleaños. El multimillonario piensa que es la invitación a un prostíbulo, Sean Penn le parece de cuarta y no puede creer cómo esa persona está unida a él por la sangre. Sean Penn llama a los mozos y le cantan el feliz cumpleaños. Los viejos pelados rosqueros, todos en el restaurante, se unen al canto. El multimillonario ni respira. Si pudiera, se iría a vivir a Marte en ese momento.

Empiezan a pasar cosas raras. El multimillonario va a la dirección de la tarjeta que le dio Sean Penn, y resulta que es un edificio, parece una empresa, efectivamente es una empresa que brinda los mejores servicios. ¿Pero servicios de qué? ¿Prostitutas? ¿Mujeres hermosas? El multimillonario no lo sabe y el oficinista que lo atiende no le dice.

-Lo único que te puedo decir es que ningún cliente hizo reclamos nunca -dijo.

Al multimillonario le hacen un montón de test psicológicos, le muestran imágenes, le pasan películas, le hacen preguntas, en fin. Después se va a jugar al paddle solo, le da a la pelota contra la pared, tristísimo. En el vestuario escucha a otros millonarios que hablan de la empresa misteriosa, y en un bar donde tomaban cócteles les pregunta de qué iba todo eso.

-Me parece hermoso que te hagas esa pregunta por primera vez, ya quisiera yo estar en tu lugar -le dice algo así, no exactamente así, pero se entiende la idea, otro multimillonario.

El multimillonario queda intranquilo, se siente perseguido. Llega a su casa y le dejan un muñeco con cara de payaso en la entrada de su mansión. Horrible. Mete el muñeco a la casa, lo investiga. En la televisión, el periodista de las noticias parece dirigirse directamente a él, como si anticipara las nuevas tecnologías de pantallas virtuales, que en ese momento no existían. A cada lugar que va pasan este tipo de cosas, cada vez más extrañas. La escena que no puede faltar con el teléfono público sonando en la vía pública y que atiende el multimillonario.

Para no hacerla más larga, cuestión que se involucra con la moza del restaurante, quien es la única que -dice- puede ayudarlo. En el medio, progresivamente, su psiquisis se va deteriorando, porque se siente perseguido, le entran a robar en la mansión, aparece Sean Penn desquiciado acusándolo de que trabaja para ellos. El multimillonario enloquece, y la moza le confiesa, en una habitación de hotel cualquiera, que su abogado y todos están complotados con la empresa misteriosa, que lo único que quiere es estafarlo y sacarle la plata. El multimillonario llama al banco. El número de su cuenta está en cero. Parece haber un mensaje detrás, como que la plata que se gana fácil se va fácil, o algo así, pero no sé cuál podría ser. También podría ser una crítica al sistema financiero, porque el multimillonario es accionista, agente inversor, trabaja de mover fondos de acá para allá.

Al final, en la terraza del edificio de la empresa misteriosa, el multimillonario tiene un arma, y le está apuntando a la moza, que trabaja para ellos. Ella está nerviosa y se comunica con un handy con alguien, le dice que el multimillonario tiene un arma de verdad, que se pasó de rosca.

-Es todo un juego -le dice ella-, es un juego por tu cumpleaños. No dispares.

Por las puertas de emergencia entra Sean Penn, vestido de smoking blanco y corbata negra, lleva un champán en la mano, y el multimillonario dispara pensando que serían los agentes de la empresa misteriosa que vendrían a matarlo. El multimillonario cree que mató a Sean Penn y se tira del edificio, se suicida. Pero no muere. Atraviesa dos techos de vidrios y cae en una enorme colchoneta que tenía una cruz en el medio y estaba preparada para que él cayera. Alrededor, en un salón, están los invitados. ¡Era una fiesta sorpresa de cumpleaños armada por Sean Penn! Así se divierten los ricos.

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