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sábado, noviembre 23, 2024

3 teorías para entender la escena artística paraguayensis

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Paranaländer, al borde del patatus, osa inquirir en esta columna casi jibosa, por la abrumadora realidad de la novedad, sobre esa tropa inverosímil de 100 artistas que han sido embutidos en un espacio poco musical de 6 x 8 m2.

 

Por: Paranaländer

 

Viendo las recientes exposiciones artísticas en el asfixiante circuito paraguayensis, cabe preguntarse si existe en realidad, hic et nunc, un centenar de artistas en Paraguay. He sondeado a algunas voces, amortiguadas por el burumbumbum pos-aurático de los flashes y el champan, para bocetar 3 posibles claves para entender lo que sucede.

1- Mucho desborde, poco espacio. Poca representatividad.

Existe una tendencia museística por el despliegue y fastuosidad, entre dos sectores (quizás identificables poéticamente como: uno, catapultado por el todopoderoso de la soja transgénica, Itaú, y, el otro, por los cabildeos de extra-Chacarita), que a veces se aglutinan con una promiscuidad ingüeroviable y, otras veces, se fisuran en una división que pelea por contestar o enfrentar guau a los que tienen la sartén por el mango (nuestros dictadores o dictadoras nativas). La propuesta reciente, respondiendo a las escasas visitas a museos generadas en la pandemia, en convocar artistas a granel, meterlos a todos en una bolsa de gato rentable, y aguardar que los mismos muevan al público y ala milagrosa revolución hermenéutica. El problema ante la masividad -no sabemos si deliberadamente guarecido bajo el escudo de que el arte lo pueden hacer todos a la maniera del neodadaista Beuys nunca- es la anulación de la competencia y, por ende, del insoslayable filtro crítico, que decanta que afuera siempre vayan pasearse los mismos antihéroes de siempre con fondos públicos (ni estos 100 guerreros).

2- No hay crítica, entonces hay masividad

Al existir solo un tape aviru artístico en Paraguay, es difícil que otros artistas propongan el sambenito de los manifiestos, propuestas críticas y, mucho menos, autogestivas. Acá podemos citar a uno de los próceres políticos, que en una reciente entrevista decía: Conspirar no es para cualquiera, implica pensar, ha ikaigué lo mitã opensáhagũa (son perezosos para pensar)

3- Choque de agendas

Ocurre endémicamente que los eventos se configuran por choque de agendas, grupos con intereses marcados y redes de conexión definidas, unas con ventajas sobre las otras, e instituciones que funcionan como seccionales culturales, con sus respectivos arreos y hurreros.

La respuesta a la pregunta si existen 100 artistas, entonces queda aún sin contestar. Antes es ineludible considerar este panorama de viejas prácticas estronistas, que perpetúa seguir teniendo una casta de vacas sagradas y acomodadas, y un futuro del arte avá, acaso, abortado ilegalmente en su cuna.

 

 

 

 

 

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