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martes, mayo 7, 2024

La ola que lee

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Derian Passaglia reseña el libro «La ola que lee», una compilación de artículos y reseñas del escritor argentino César Aira realizada por María Belén Riveiro.

María Belén Riveiro, doctora en Ciencias Sociales (UBA) y docente, compiló los artículos y reseñas de César Aira en el libro La ola que lee (Penguin Random House, 2021). El libro abarca un período de veintinueve años, desde el 81 hasta el 2010, y está dividido por décadas. Muchos de estos artículos circulan en internet, o en la página de Facebook Todo Aira, que compila cualquier material conocido y desconocido que circule del Maestro.

César Aira escribe a favor del sentido común, pero para llegar a ese lugar tiene que dar todo un rodeo y desarrollar argumentos en contra del sentido común. En “Pasión y duelo mortal a bordo del Titanic II”, por ejemplo, se indigna con la película Titanic, porque el relato no sorprende: se narra la historia tal cual pasó. Propone una solución a través de una novela de Julio Verne. El Titanic, para él, tendría que haber llegado a destino gambeteando el iceberg, lo que hubiera resultado “un triunfo impar del anacronismo feliz”. A Aira le gusta imaginar la historia antes de que le cuenten la verdad.

Me interesa compilar frases, algunas definiciones que da Aira sobre la literatura, es una forma más directa de conocer la materia de su pensamiento sin tener que mediar como exégeta por sobre sus dichos. Cada certeza de Aira no expone solamente sus creencias, también es un programa artístico que viene desarrollando desde la publicación de Moreira (1975), su primera novela publicada. Se cuenta que antes de Moreira Aira ya llevaba escritas doce novelas.

Cortázar: “Un cuento de Cortázar se propone como una máquina no autónoma: el cuento forma sistema con la realidad”.

Argumentos: “al construir una novela con cinco argumentos simultáneos se atenta contra el interés (para no hablar de la paciencia) del lector, y se termina desbaratando su atención”.

Primera persona gramatical: “Todas las novelas comentadas aquí, y todas las demás, están escritas en primera persona, con lo que el “yo” narrador deja de ser un recurso estilístico para volver el lenguaje obligado de la novela”.

Escritor: “un escritor (…) es el hombre que con su trabajo pone al día la Historia de una literatura”.

Borges: es “un dispositivo para deshacer al escritor en el lector, y viceversa (Pierre Menard, Funes, Dahlmann, Américo Castro, Isidoro Parodi…), un elegante teorema que demostró la reversibilidad social del escritor”.

Política: “volver lo colectivo lo individual es hacer de la literatura una política, la única que vale la pena”.

Osvaldo Lamborghini: es “una puntuación, una pura y gloriosa puntuación, la música de las dichas y desdichas de la vida”.

Progreso: “Ya se sabe que la literatura no progresa sino por las modificaciones del concepto de realismo. La exigencia de crítica y autocrítica en detrimento de la invención obedece a la negativa de aceptar formas nuevas de realismo, y al deseo de preservar el existente”.

Literatura y sociedad: “No creo que la literatura tenga ninguna importancia en la vida de la sociedad. Es el juego de una muy minúscula minoría, como la de los filatelistas o los ajedrecistas, por la cual la sociedad no se preocupa ni poco ni mucho, y lo bien que hace”.

José Bianco: “logró inobjetablemente la asimilación de las técnicas de los padres fundadores de la novela moderna, Henry James y Proust”.

Importancia del escritor: “Constituirse en importante es la condición para que un escritor pase al dominio público en sentido amplio: ya se sabe que las masas no reconocen sino a lo ya reconocido. Lo malo es que un escritor importante deja de ser un escritor, para transformarse en un funcionario del sentido común”.

Gombrowicz: “Es el camino para llegar a tener una literatura”.

Imagen: “La imagen es la anulación momentánea del lenguaje; es la anulación del pasado en beneficio de un presente que se nos ‘aparece’, una epifanía, una mudez de éxtasis. A ese éxtasis podríamos llamarlo ‘vida’, si no nos pasáramos la vida oyendo la televisión. La imagen destruye al tiempo”.

Poder: “El poder, el verdadero poder, se ha volatilizado en las manos de la gente biempensante. Hasta el poder pensar”.

Posmodernos: “somos posmodernistas por negación de la tradición ilustrada del progreso, por imposibilidad de inventar nada nuevo en esa tradición, por una acumulación excesiva de cultura que ya solo permite jugar con sus ruinas”.

Zolá: “Con Zolá la novela comenzó a ser ‘experimental’”.

Saer: “Pocos escritores modernos son tan serios como Saer, hay un mecanismo en él que vuelve serios hasta los chistes (…) Saer demuestra su espléndida destreza y su profundo miedo a la literatura”.

Literatura: “producir malentendidos”.

Incomprensible: “Lo incomprensible debe ser el escritor, no la obra. Incomprensible por no ajustarse a la etiqueta social del lenguaje, como un payaso en un velorio. Y sobre todo, incomprensible no para los demás, sino para uno mismo”.

Lector: “el lector no es exactamente el que abre los oídos para enterarse de lo que pasó. Es más bien un descifrador cuyo objeto no es una historia sino una lengua”.

Arlt: “un adolescente visionario”.

Puig: “en Puig historia y estilo son lo mismo”.

Autenticidad: “Lo que se le exige al escritor es autenticidad, dando por sentado que se trata de un valor positivo (y debe serlo, seguramente). Pero el artista es artista justamente de la transmutación de valores. ¿Y si él prefiere ser inauténtico? Nadie puede impedírselo”.

Literatura y Nación: “la literatura es el medio por el que un brasileño se hace brasileño, un argentino argentino. Es lo necesario para que el Brasil se transforme en el Brasil, para que la Argentina llegue a ser la Argentina. En última instancia, para que el mundo se transforme en mundo. No se trata solo de ser argentino o brasileño, sino de inventar el dispositivo por el que valga la pena serlo, y vivir una vida siéndolo”.

Arte colectivo: “El procedimiento es la forma que toma en nosotros el destino, y todo el sentido del combate está en evitar que nuestro destino sea individual. Yo busqué las armas en Leibniz, y terminé encontrándolas en el marxismo”.

Lengua: “para hacer literatura, para practicar un arte cualquiera, me he visto obligado a ver el lenguaje del arte como una lengua extranjera”.

Clásicos: “leo los libros del pasado porque en ellos encuentro el sabor y el aroma de mundos que han desaparecido. Mundos humanos, naciones, mundos de sobreentendidos, que han pasado y que solo pueden revivir en las ensoñaciones de la lectura”.

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