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miércoles, mayo 1, 2024

LA GUERRA DE LOS POETAS

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Paranaländer, soñando despierto con un libro negro de los poetas, extrae oro de un libro que rezuma sangre, estadísticas astronómicas y horror.

 

Por: Paranaländer.

 

En “El libro negro de la humanidad” (2011), obra de Matthew White, atrocitologista, necrometrista y cuantificador de baños de sangre norteamericano, uno diría que solo priman las parcas. Logré rescatar de sus páginas horrorosas esta historia de poetas chinos sucumbiendo a la borrachera del vino lunar.

“La revuelta de An Lushan goza de gran prestigio en la historia cultural de China, porque dos de sus mayores poetas vivieron y escribieron durante aquel período. Esto nos proporciona un atisbo de la actitud de los chinos respecto a la guerra. Es mucho más pacifista, por ejemplo, que Beowulf, que se escribió en Inglaterra aproximadamente en la misma época. Li Po era un bebedor entusiasta que iba dando tumbos, un alquimista y místico taoísta, que vivió una vida afortunada llena de altibajos. Estaba en la cincuentena cuando estalló la guerra, y estaba considerado el poeta más grande de su era. Se acercó al príncipe Lin, decimosexto hijo del emperador, pero, en 756, el príncipe fue acusado de conspirar con el fin de fundar un reino independiente y fue ejecutado. Li Po fue enviado a prisión, pero un soldado al que había ayudado treinta años antes y que había alcanzado un alto mando en el ejército leal al régimen, lo liberó y le dio un empleo como secretario suyo. No obstante, se le imputaron otra vez los mismos cargos y Li Po fue exiliado a la provincia bárbara del sur, Yelang. Por el camino se entretuvo y visitó a amigos, de manera que al cabo de tres días todavía no había llegado a su destino. A continuación se decretó una amnistía general y Li Po dio media vuelta y regresó a su hogar al este de China. Murió mientras se alojaba en casa de un pariente. La leyenda dice que mientras bebía vino en una barca en el río, trató de alcanzar el reflejo de la luna en la superficie y cayó. Éste es probablemente el equivalente del poeta a morir valientemente en batalla.

En el campo de batalla los hombres pelean y mueren,

los caballos de los vencidos lanzan sus lamentos al cielo,

mientras los cuervos y los milanos arrancan las entrañas humanas,

alzan con ellas el vuelo y las cuelgan en las ramas de los árboles muertos.

Así quedan los hombres esparcidos y destrozados sobre la hierba del desierto,

y los generales no han conseguido nada.

¡Oh, guerra inicua! Ahora veo por qué los soberanos juiciosos

tan pocas veces recurrieron a las armas.

LI PO, «Guerra inicua»

Once años más joven que Li Po, a Tu Fu le seguía una nube de mala suerte. Tras suspender los exámenes imprescindibles para iniciar una carrera en el funcionariado, se dedicó a vagabundear hasta que finalmente se hizo amigo de Li y adquirió reputación como prometedor poeta. A su regreso a la corte se casó y durante cinco años intentó obtener un empleo en el gobierno. Justo cuando consiguió un puesto secundario, An Lushan atacó y Tu Fu huyó de la capital sólo para ser capturado por unos bandidos. Después de fugarse, deambuló andrajoso y hambriento hasta que por fin entró en contacto con la corte en el exilio. Se procuró un puesto de poca importancia como censor, pero sus penurias provocaron la muerte de algunos de sus hijos por inanición y enfermedad. Tras perder el trabajo volvió a deambular sin rumbo. También de él se dice que murió bebiendo en una barca, a causa de un exceso después de diez días de ayuno.

Los carros de guerra chirrían,

los caballos de guerra relinchan,

para cada hombre un arco y un carcaj en el cinturón.

Padre, madre, hijo, esposa, contemplan su marcha,

hasta que el polvo cubre el puente de Hsien-yang.

Trotamos a su lado, lloramos y nos agarramos a sus mangas,

pero el sonido de nuestros lamentos se eleva hacia las nubes.

Pues cada vez que un curioso les hace una pregunta,

los hombres sólo pueden contestar que se tienen que marchar.

TU FU, «Balada de los carros de guerra»

Bai Juyi pertenece a la siguiente generación de poetas, pues nació pocos años después del final de la guerra, pero su poema épico Canto del eterno pesar narra el trágico amor entre el emperador Xuanzong y Yang Guifei. Tras la muerte de su amada, se relata que el emperador quedó tan alicaído que contrató a un médium para invocar a su espíritu. Ambos rememoran los viejos tiempos y Xuanzong está verdaderamente apenado por haberla arrojado a manos de soldados iracundos. Finalmente deciden que están destinados a reunirse en el otro mundo. Bai Juyi lo narra así y se hizo muy popular entre las muchachas románticas.

El rey busca la oscuridad de sus manos,

cubriendo los ojos que en vano buscaban ayuda,

y cuando se vuelve para contemplar el crimen,

sus lágrimas y la sangre de su amada se funden en la arena.

      BAI JUYI, «Canto del eterno pesar»

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