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sábado, noviembre 23, 2024

Succession, la serie del momento

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Derian Passaglia escribe sobre el éxito actual de la serie Succession (HBO), drama sobre una familia poderosa donde se juega la sucesión de un imperio de medios audiovisuales y de empresas de entretenimiento.

Leí la palabra “Succession” varias veces esta semana, la escuché en boca de mi cuñada anoche en la pizzería, Instagram me recomienda que me suscriba a la plataforma de streaming de HBO, un cartel gigante en un edificio de la calle Córdoba publicitaba lo mismo que había visto de manera virtual un rato antes. Todo el mundo habla de Succession, todos los signos del mundo convergen en ese aleph de la actualidad, que es mirar lo que miran todos.

Voy por el episodio cuatro de la primera temporada y ya estoy adentro. Un poderoso multimillonario, dueño de un multimedios, está viejo y enfermo y los cuatro hijos, como cuervos, están preparados para sacarle los ojos y convertirse en dueños de todo. Hay un problema: los cuatro son medio inútiles, como casi todo hijo de rico, y el viejo no quiere largar el poder por nada del mundo. Mientras estuvo enfermo (le agarró un ACV), los cuatro tuvieron que decidir quién se quedaba al frente del multimedios hasta que volviera (si es que volvía) el padre.

Así empieza más o menos. Los cuatro hijos son un desastre. Todavía no me aprendí los nombres. Está el mayor, un cero a la izquierda que no tiene voz ni voto, y lo único que le importa es organizar una cena a beneficencia para recaudar plata. Después está la colorada, otra cero a la izquierda medio jipi, que cuando se enteró de la enfermedad del padre se calzó el traje, los zapatos y se metió a rosquear en la empresa. Su novio sospechosamente le pidió casamiento en el hospital, mientras el padre de la colorada estaba en terapia intensiva entubado, no sea cosa que se quedara afuera de la torta…

Los otros dos hijos son los más ambiciosos. El hermano de Macaulay Culkin actúa de hijo extravagante de rico al que no le importa absolutamente nada, está más allá del bien y del mal, es tirano y poderoso y como cualquier tirano y poderoso no le importan las consecuencias, porque para los ricos no hay consecuencias. La estructura mental de su cerebro parece funcionar así: tienen una necesidad oscura de demostrar poder, de perpetuar las injusticias. El hermano de Macaulay Culkin le ofrece un millón de dólares a un nenito si logra hacer un home ron, el nenito no llega a dar la vuelta completa y el hermano de Macaulay Culkin le rompe el cheque en pedacitos en la cara. Se masturba en su oficina mirando la ciudad. Le pone el celular vibrante entre las piernas a la novia, que sabe lo está llamando un mozo. Coquetea con su personal trainer.

El otro hermano es el que está desesperado por agarrar el control de la empresa y desea secretamente que el viejo, su padre, se muera. Me da lástima este personaje, me genera el peor de los sentimientos. Postrado y casi sin poder hablar, cuando este otro hermano le cuenta la operación que hizo para pagar la deuda de la empresa multimedios, el padre solamente abre la boca y con esfuerzo para decirle: “andate a la puta que te parió”.

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