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domingo, mayo 19, 2024

Metáfora de la pandemia es del cine noir

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Paranaländer recurre al cine noir, antes que al tiempo que resta paulino-agambeniano, para retratar a la pandemia que nos acorrala desde hace dos años.

 

Por: Paranaländer

 

No el tiempo que resta -tiempo de espera- de San Pablo/Agamben.

Más bien el tiempo de espera -escondite- de Lino Ventura/Jean-Pierre Melville en una noir, es la única metáfora adecuada que encuentro aceptable para representar la pandemia.

En “Hasta el último aliento” (1966) se capta a la perfección esta filosofía del noir como el «Ser es estar acorralado».

Lino Ventura (Gu en la peli) acaba de huir de la cárcel y necesita grisbi para poder de vuelta huir a Italia y rehacer su vida lejos del acorralamiento policial a que le somete principalmente el astuto Inspector Blot (Paul Meurisse) -y lo más probable que en tal jugada de ajedrez también tenga que hacer todo sin su chica Manouche, interpretada por Christine Fabrega.

Se engancha con uno de los hermanos Ricci a un asalto de un camión que transporta platino.

El asalto ha sido exitoso. Mientras espera Gu que truequen los platinos por dinero constante y sonante, vive encerrado en una casa de campo, y sale disfrazado con anteojo y bigotes a pasear las calles de Marsella.

Ese tiempo de espera-escondite refleja a la perfección la vida de estos casi dos años pesadillescos de pandemia.

En todo momento pende sobre Ventura la posibilidad de ser nuevamente cazado como un ciudadano de ser prendido por las garras ubicuas de la peste.

Agamben, que se ha metamorfoseado durante la pandemia como una especie de negacionista y gurú de conspiranoicos, ha desarrollado en “El tiempo que resta” (2000), a partir de La carta a los romanos de San Pablo, la idea del tiempo indeterminado que se extiende desde el anuncio del apocalipsis y la comparecencia final del Mesías.

Ese tiempo de espera de la llegada del Mesías podría haber funcionado igualmente como metáfora de la pandemia.

Un tiempo mesiánico de espera no termina de encajar con nuestra problemática actual.

Le falta el acorralamiento total del ser, la angustia constante, la incertidumbre de ser pillado.

Además, el decreto del fin de la pandemia pertenecería con propiedad a un científico y no a un Mesías.

Tiempo noir de vivir en clandestinidad, cual sandía yvygui redivivo, ese escondido durante la Guerra del Chaco y luego durante los arreos forzados de la guerra civil del 47.

No tiempo mesiánico de espera.

La estructura policial entonces de la pandemia queda clara.

Acorralamiento, incertidumbre, vida en vilo.

Ciertamente con el anuncio de la próxima venida del Mesías redentor de la historia, en su grieta o khora abierta entre anuncio y llegada, también corresponde un tiempo de espera invadido por pestes y todo tipo de catástrofes, pero de alguna manera asociada a un gobierno satánico, tiránico, arbitrario, caótico, casi anarka. Y durante este tiempo de espera en negativo del tiempo mesiánico actualizado, el cristiano según Agamben solo teme a su enjuiciamiento inminente no necesariamente a su existencia de pieza de caza.

Noir francés y no metáfora cristiana nos parece lo más convincente para decir algo coherente sobre la pandemia interminable.

 

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