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miércoles, mayo 1, 2024

Garroteros de vacas sacras

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Paranaländer describe los 3 círculos del infierno que forman la esfera intelectual nativa, con sus vacas sacras, sus licenciados que lidian con la pereza y, sobre todo, sus garroteros, esos sans-culottes insustituibles dentro de este status quo.

 

Por: Paranaländer.

 

Hoy intentaré trazar una taxonomía de la esfera intelectual de nuestro país. Nada más simple se me objetará, viendo que su esfera está medio desértica y no es muy próspera.

Diría que tenemos 3 capas o subdivisiones bien limitadas: 1, pertenece a las vacas sacras o próceres en vida, 2, la habita un puñado de cerebros blancos (sorry Bifo) que se han desempolvado de la telaraña de la pereza que envuelve sempiternamente a este gremio, y 3, la guardia de corps del primer grupo, la guardia pretoriana formada por esbirro-garroteros.

La primera esfera, donde pastorean y se pasan rumiando las vacas sacras (casi escribo grasas), puede ser ejemplificada hoy con 3 ejemplos bien actuales. En un pasado no muy lejano, sus casilleros la ocupaban sabios bicornes, por graficar sus peculiaridades, adscritos o consagrados a la teología y la filosofía. Sabios más medievales que posmodernos, muy manipulados por la iglesia aún.  Recuerdo uno que fue luego cura, y luego aguatero para financiar su nueva vida despojada de las mieles eclesiales.

El primer ejemplar de esta fauna superior puede ser descrito como el educador oficial de las artes por más de 35 años, ha ejercido tal magisterio de forma monopólica por más tiempo que Stroessner la dictadura, tanto en departamentos de cultura de las municipalidades como en los pasillos áulicos del gobierno central. Durante tal extensión de tiempo en el ejercicio de poder oficial, ha ocupado los más infinitesimales recovecos con sus tentáculos y compañeros de ruta y asalariados fieles, por ejemplo, ha conquistado hoy con su impronta la universidad nacional. Sus logros, más allá de enquistarse en la zona caliente de las tomas de decisiones de presupuestos y curriculas, ha sido la de flotar en una pileta esclerotizada de autosatisfacción estéril y promoción de su entorno. La educación de las artes no ha mejorado después de tantos años de dirección arbitraria, diría que, al revés, ha sufrido un retroceso significativo desde que la burbuja de Itaipu lo encumbro en la escena artística.

El segundo ejemplar lleva todavía sobre su cabeza ya gagá la aureola de la militancia democrática en los idos tiempos oscuros. Entonces publicó y editó todo el porcentaje principal del conjunto de páginas que conforman su breve y bostezante bibliografía. Luego, tras un salto de felino, o de un braguetazo feliz, encabezó la editorial del suplemento cultural hoy extinto. El estilo pomposo y cursi marcan estas escrituras semanales, cuya procedencia podríamos achacar al origen campesino de su autor. Finiquitada la labor en estas páginas, se exilió tímidamente en los muros de Facebook últimamente, donde postea las mismas pomposidades y cursilerías de antaño pero ahora mixturados con obituarios de amigos y discípulos, casi todos retratados como un hibrido de Einstein y Aristóteles. Un extranjero, tomado de sorpresa por estos posteos, acaso se preguntará intrigado: si hay tanto talentos y genios paraguayos que se pudren como mangos, ¿cómo es que la cultura paraguaya no sobresale nunca de la medianía? Solo se le puede responder a este gringo ficticio con una alternativa pereri: o es una burda mentira o meras exageraciones de socio sentimental. Me decanto por la segunda opción.

Por fin, nuestro tercer prócer en vida o vaca sacra grasienta ni siquiera ya es nativo. Dirige el departamento que monopoliza las exégesis de los libros estronistas en una de las metrópolis más célebres. Desde entonces las investigaciones sobre el estronismo siguen su calma chicha, su derrotero establecido, su monotonía negativa. No se ha producido ningún vuelco en sus trabajos. Lo más sorprendente que he leído salido de su departamento es un ensayo sobre los electrodomésticos durante el estronismo. O una crónica sobre la sátira del semanario El pueblo, de la cual lo máximo que se puede sacar es que Stroessner era más tolerante que Putin. Con las investigaciones del comunismo soviético sí han sucedido cambios. Al contrario que el estronismo, siempre marcado con el signo negativo, el comunismo soviético se ha caracterizado siempre con una evaluación ambigua, es decir, positiva-negativa. Antes se veía positivamente al cerebro de la revolú, Lenin, y negativamente a su traidor, Stalin. Actualmente la visión cambió radicalmente, Lenin es visto como un monstruo frio, y Stalin está siendo reivindicado. Nada de esto se ve ni se espera en el departamento encabezado por nuestra tercera vaca.

La segunda capa la integra un puñado de licenciados y doctorados en filosofía (sobre todo en España), que al menos antes de estirar la pata han perpetrado un libro, o mas de uno en algunos contadísimos casos, libros estos casi todos muy amateur, primerizos, de lecturas erróneas, o francamente naif.

La última capa -o esfera- de este imaginario mapa de la intelectualidad nativa, la pueblan los esbirros o garroteros, vamos, los sabuesos espontáneos o no de la primera esfera sacra o vacuna.  Son medianías que parasitan cátedras y universidades, talleres on line, ere erea, dedicados a facturar y recaudar para ir tirando el mes. Tarea tan hercúlea que les ocupa los 300 días al año que obviamente ya no les queda tiempo para leer y preparar sus innúmeras clases. Igual, su personalidad es premiada no por sus vastos saberes sino por su habilidad en esgrimir el basto o garrote en defensa de la grey vacuna, que no sea manoseada, succionada, reducida a abigeo comunal ninguno. Van a dejar este inmenso y cruel mundo con certeza sin antes llegar a emborronear algún panfleto, confesión o, siquiera, una denuncia de lo que tuvieron que soportar como veneno por lustros como fieles sirvientes sin cerebro autónomo de estas entidades superiores vacunas que les alimentaban con mugiditos como caricias y pis lechoso como remuneración.

 

 

 

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