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martes, abril 30, 2024

Las mujeres de Mozambique y el tránsito de los cántaros

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El profesor e historiador Jorge Hermosilla escribe una apasionante crónica sobre la vida cotidiana de las mujeres de Mozambique.

Desde las cuatro de la mañana comienzan a aparecer mujeres en la avenida del grande Maputo que recorre la periferia de la ciudad. Las mujeres inauguran el amanecer cuando aún no asoma el sol en el horizonte del oriente. Todas ellas en cadencioso paso hacia el oeste en dirección a la gran Feria de Zimpeto con fuentes en su cabeza donde llevan productos para vender de sus machambas (espacio agrícola familiar), o sencillamente las llevan vacías, para huevar (compra de mercaderías al por mayor para comercializarlas al menudeo) ; tomates, papayas, maní, cebollas, bananas, papas, ajos, piñas, mangas, paltas (aguacate) fundamentalmente.

Las que consiguen tener un poco más de dinero compran aceite, y otras carapao, el pescado común para hacer el almuerzo en Mozambique. Esas mujeres van desde barrios tan distantes como Albazine a pie, que no son menos de 12 km de recorrido, trayecto que muchas veces hacen de ida y vuelta. En ese circuito microeconómico, cada metical (moneda de Mozambique) que se ahorra, es un metical que consigue sumarse a otro, y así hasta completar el valor de una necesidad, de la gran fila de necesidades que asiste a diario en los hogares comunes de la zonas periféricas del Gran Maputo en los grandes barrios de Matendene, Magoanine, Albazine, Guava, Zemze, Kaweza.

Es una lucha cotidiana para esas mujeres, que desde la madrugada comienzan a trabajar para aumentar el ingreso por el bajo sueldo de los maridos, o lo que es más común solas tienen que luchar por su familia en la que no hay marido ni padre de esos hijos.

En esa dinámica diaria no hay día de descanso, solo días de un producto de mejor calidad, o días de mejor compra y venta, o días de caminar bajo el castigador sol, u otros bajo la lluvia.

Al llegar a la Feria de Zimpeto, imponente por su amplitud, se da inicio a la primera suerte de competencia, por la búsquedas de productos de mejor calidad y más baratos. Eso depende de llegar lo más temprano posible, que es cuando los camiones comienzan a aparecer con las mercaderías de las provincias del norte de Mozambique o de Sudáfrica. Hileras  de camiones ofertando los productos en Machangana (la lengua madre de esa provincia del sur  de Mozambique, Maputo capital del país) . De lo atractivo de las ofertas dependen que las mujeres se acerquen. En grupo acuden cuando el producto tiene buen precio, a empujones se acercan para llegar primero y poder elegir lo mejor del calidad para vender.

En lo anterior está una gran diferenciación; primero entre la calidad de los productos agrícolas de Sudáfrica y de Mozambique. Las mercaderías de Sudáfrica son de mejor calidad, puesto que provienen de procesos agrícolas industrializados; por la intervención de procesos químicos en la agricultura, mejores técnicas, y porque la calidad de la tierras agrícolas posee una mejor disposición.

Esto se relaciona directamente, por ejemplo, en la calidad de las naranjas nacionales de Mozambique que difieren notablemente de la calidad de las naranjas sudafricanas, éstas últimas son más grandes, tienen mejor color, contienen mayor cantidad de líquido (jugo), pero claro el precio es mayor también.  Una naranja sudafricana (valor al precio del abril del 2022: 1 dólar americano equivale a 64 meticales mozambicanos) en el mercado de Zimpeto puede costar 10 meticales, mientras cuatro naranjas mozambicanas tienen el mismo valor, es decir, el precio de los productos sudafricanos es cuatro veces superior al de los productos nacionales mozambicanos. Eso directamente influye en el gasto familiar  diario, y la capacidad de demandas por productos de mejor calidad se relaciona con la calidad de la alimentación que tienen  personas.

Después de conseguir comprar las mercaderías para las que alcanzan sus recursos, comienza la segunda parte, el regreso a casa, o el punto de venta que pueden tener ahí mismo en la Feria de Zimpeto. La mayoría de ellas tienen un puesto cercano a su casa, hecho de algunas ramas y pedazos de planchas de zinc, ese es el escenario final, el de la venta, donde se dispone la dialéctica de  la oferta y  la demanda, que definirá si el esfuerzo de ese día pudo rendir los frutos esperados.

Aunque parezca algo común y sencillo, es algo que está lleno de detalles, ya sea por el precio de la mercadería, pues si consiguieron papas, tomates, o pimentón, o alguna fruta a buen precio, les dará una mejor ganancia entre el costo de ellas y el precio de venta, aunque mínima. Es una relación comercial que define el equilibrio del ingreso familiar diario en una fragilidad tenue de la subsistencia.

Hay otras mujeres, igual a las de las que hemos descrito. Las mujeres del Pan, ellas también inician su marcha cotidiana antes que despuntes los primeros rayos del sol. Con sus capulanas (paño con el que se envuelven las mujeres en la mayor parte de África desde la cintura a los tobillos) y un lienzo en su cabeza (turbante africano) y las características fuentes vacías en las que llevan bolsas plásticas o sacos acrílicos dispuesto para guardar el pan que van a comprar a camiones de reparto de la panaderías, u otras van directamente a comprar a las panaderías.

El producto es solo uno pan y en dos variedad iguales en toda la provincia; el pan de leña, un pan aflautado tipo baguette, y las matolinas, que son aflautados también, pero de masa más gruesa. Para estas compradoras, el precio no varía, es siempre el mismo, ocho meticales, el que ellas venden a diez meticales, su ganancia como se puede observar es la misma dos meticales por cada pan. Así, estás mujeres compran entre cien a ciento y ciento cincuenta panes por día, los guardan en bolsas bien cubiertos, porque el viento el eterno viento que viene del Indico que baña las costas de Maputo a unos quince kilómetros siempre está presente levantando la arena por todas partes. Pues, si la ciudad de Maputo como rasgo característico están las acacias y los cuervos que en ellos habitan, en los barrios periférico es el viento y la arena. Por eso, el producto debe quedar bien protegido.

Así comienza un amplio recorrido que ellas hacen por los barrios de la periferia de Maputo pasando casa por casa, algunas tienen clientes donde hacen las entregas matutinas y cotidianas del pan, y el resto de la mañana se debe ofertar casa por casa el producto. Al final, para conseguir una ganancia de doscientos o trescientos meticales, lo que equivale de tres a cuatro dólares por día.

Las mujeres que huevan y las Las mujeres del pan constituyen el engranaje fundamental del sostén familiar en la mayor parte de las familias de la provincia de Maputo. De ello dependen la alimentación, el agua, el poder pagar la electricidad, la vestimenta. Para una familia de la periferia no hay otra posibilidad en una rutina diaria en la que no existen otras entradas de tener dinero en esa realidad, por lo que visiblemente un observador atento puede comprender que las alternativas de una movilidad social están casi fuera del alcance de cualquiera de ellas.

Pero son mujeres organizadas, mujeres alegres de las que facilmente se desprende la risa de sus rostros, pese a las dificultades que en el día a día deben enfrentar. Se organizan, atienden a sus hijos, a sus maridos, se reúnen con otras mujeres, las del barrio para organizar alguna ayuda a una vecina. Y los fines de semana, visten una capulana especial, un lienzo especial (turbante africano) para ir a la iglesia a agradecer a los cielos por la semana de trabajo, por la semana de vida y pedir un mejor futuro, para ellos y su familia.

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