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martes, mayo 7, 2024

Teognis y su repugnantísimo cuarteto

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Paranaländer gira alrededor de un cuarteto griego de Teognis como una polilla alrededor de un farol de luz, ebrio de poesía, loco de sabiduría.

 

Por: Paranaländer.

 

Teognis de Megara (la Megara griega no la de Sicilia) vivió en el siglo VI a.C, el 550 a.C. se señala como su año de notoriedad. Fue probablemente un aristócrata que despreciaba a los plebeyos como se ve en varios de sus versos.

Aparentemente producto de alguna revolución cayó en el exilio y terminó en la pobreza.

En la época clásica y alejandrina Teognis es conocido sobre todo como poeta moralista y educador de la juventud. Platón y Aristóteles comentan sus preceptos, Isócrates asocia su nombre a Hesíodo.

Quedan de él 1400 versos, una colección gnomológica, es decir, preceptos morales y sabios consejos.

La edición princeps es la Aldina de 1495.

Escribió los dos dísticos más célebres de la poesía elegíaca de la historia de la poesía.

El 425 del Libro I de la edición de Les Belles Lettres, París, 1948, texto establecido y traducido por  Jean Carriere:

 

La más envidiable de todas las cosas buenas de la tierra es no nacer,

nunca haber visto los ardientes rayos del sol;

si uno nace, cruzar las puertas del Hades lo antes posible,

y descansar bajo un espeso manto de tierra.

 

Este cuarteto desarrolla un célebre dicho pesimista, del que encontramos varios ecos en la literatura griega: Baquílides, Sófocles, Aristóteles (apud Plutarco), Epicuro (apud Diógenes Laercio).

Yo he llegado a rastrear este dicho en los siguientes autores no griegos:

Job: Habría sido mejor no haber nacido.

Leopardi: prueba tormenta y pena

desde que abre los ojos, y sus padres

comienzan a enseñarle

a consolarse por haber nacido.

Calderón: Pues el delito mayor del hombre es haber nacido

Cioran: El inconveniente de haber nacido

Swift: El nacimiento de uno de ellos se consideraba un hecho ominoso.

Lermontov: Pues soy más rico que usted. A más de ese convencimiento, yo tengo otro:

el de que una tarde repugnantísima tuve la desgracia de nacer.

 

 

 

 

 

 

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