¿Qué pasa cuando una cultura cerrada, con sus propias reglas, choca con otra?, interroga Derian Passaglia en este artículo sobre cine y comunidades afroamericanas.
Uno de mis géneros favoritos es el de películas sobre negros, como Los blancos no saben saltar o Los dueños de la calle, dos de las mejores. Las películas de negros tienen negros como protagonistas, los escenarios giran en torno al barrio, en general un barrio pobre o suburbano, las tramas se desarrollar a partir de un conflicto en la comunidad (antes que en la individualidad), y presentan una denuncia implícita a la opresión del sistema.
Do the right thing, de Spike Lee, tiene esta misma estructura. Pero en algún punto se complejiza, porque en este barrio donde la mayoría de la población es negra también hay un porcentaje mínimo de latinos, chinos y una familia italiana, todos inmigrantes humildes, trabajadores, vecinos. ¿Qué pasa cuando una cultura cerrada, con sus propias reglas, choca con otra?
Viajar abre la mente dicen: uno ve las diferencias, las costumbres distintas, choca con un mundo que es más grande de lo que uno siempre creyó. Cuando pisé por primera vez Ciudad del Este, hace casi quince años, vi una mujer con turbante negro caminando rápido por una calle en pendiente, de la mano de sus criaturas, mientras vendedores ambulantes ofrecían dvds truchos a un precio accesible. Cuando se visita el barrio de Once, en Buenos Aires, no se sabe qué mirar; los colores, los gritos, las formas, el movimiento enceguece.
La película cuenta la historia de una familia de inmigrantes italianos, compuesta por el padre y dos hermanos, que se ganan la vida trabajando en una pizzería barrial, construida por el padre con sus propias manos. Hay uno de los hermanos que se quiere ir del barrio, ya no aguanta a los negros.
-¿Adónde vas a ir? le pregunta el padre-. Estoy acá hace veinte años.
Los clientes de la pizzería son todos negros y uno de estos negros le recrimina al padre, dueño de su propio negocio:
-¿Por qué no hay negros en las paredes? ¿No te das cuenta que todos tus clientes son negros? ¡Poné negros en las paredes!
El padre italiano, viejo inmigrante, había decorado las paredes con retratos de Sylvester Stallone, Robert de Niro, Frank Sinatra, Joe DiMaggio, etcétera.