El papa Francisco pidió a más de un millón de jóvenes reunidos en Portugal que «no tengan miedo de cambiar el mundo y luchar por la justicia y la paz», al encabezar la ceremonia de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
«Está bien que quieran cambiar el mundo, no tengan miedo», planteó el pontífice ante más de un millón de jóvenes reunidos en el Parque Tejo de Lisboa, última actividad multitudinaria de la JMJ iniciada el martes.
Durante la homilía de este domingo, el Papa se dirigió a los jóvenes que durante toda la semana superaron las previsiones de las autoridades portuguesas y, parafraseando al pontífice polaco Juan Pablo II, los animó a que «no tenga miedo».
«A ustedes, jóvenes, que cultivan sueños grandes pero frecuentemente ofuscados por el temor de no verlos realizarse; a ustedes, jóvenes, que a veces piensan que no serán capaces, a ustedes, jóvenes, tentados en este tiempo por el desánimo, por juzgarse fracasados o por intentar esconder el dolor disfrazándolo con una sonrisa», les habló de forma directa.
«A ustedes, jóvenes, que quieren cambiar el mundo y luchar por la justicia y la paz; a ustedes, jóvenes, que le ponen ganas y creatividad, pero que les parece que no es suficiente, a ustedes, jóvenes, que la Iglesia y el mundo necesitan como la tierra necesita la lluvia; a ustedes, jóvenes, que son el presente y el futuro; sí, precisamente a ustedes, jóvenes, Jesús les dice: No tengan miedo», señaló.
En otro tramo de la homilía, el Papa siguió con los mensajes a la juventud y planteó que «no nos volvemos luminosos cuando nos ponemos debajo de los reflectores, cuando exhibimos una imagen perfecta y nos sentimos fuertes y exitosos. No».
«Brillamos cuando, acogiendo a Jesús, aprendemos a amar como Él, porque esta es la verdadera belleza que resplandece: una vida que se arriesga por amor», agregó luego en esa dirección, antes de citar al filósofo Soren Kierkegard y su idea de que la belleza del mensaje revolucionario de Cristo consiste en «encontrar amable el objeto no-amable, es decir amar al prójimo tal como es».
«No sólo cuando está en sintonía con nosotros, sino también cuando no nos resulta simpático y tiene aspectos que nos desagradan», dijo, en una continuidad del reclamo que hizo durante el sábado para que los jóvenes participen en una Iglesia abierta «a todos».
«Recordemos esto: ponernos a la escucha del Señor, permaneciendo abiertos a sus sorpresas, nos hace personas capaces de escucharnos entre nosotros y de escuchar la realidad que nos circunda, las otras culturas, las voces de dolor de los pobres y de los más frágiles, y el grito de la tierra herida y maltratada», llamó luego, al retomar otro de los ejes de su visita a Portugal como fue animar a los jóvenes a que continúen con sus preocupaciones ambientales.
En otro de los tramos de su mensaje, luego de rezar el Ángelus dominical, el Papa volvió a enfocarse en el pedido de paz y, desde el extremo occidental de Europa, se refirió al conflicto iniciado en la parte oriental del continente con la invasión rusa a Ucrania de febrero de 2022.
«Acompañamos con el afecto y la oración a quienes no han podido venir a causa de conflictos y guerras. En el mundo son muchos. Pensando en este continente, siento un gran dolor por la querida Ucrania, que sigue sufriendo tanto», sostuvo.
«Amigos, permítanme que yo, ya viejo, comparta con ustedes, jóvenes, un sueño que llevo en el corazón: el sueño de la paz, el sueño de los jóvenes que rezan por la paz, viven en paz y construyen un futuro de paz», animó luego a los jóvenes de los cinco continentes que lo acompañaron durante toda la visita al país ibérico iniciada el miércoles.
«De regreso a casa, sigan rezando por la paz. Ustedes son un signo de paz para el mundo, un testimonio de cómo las diversas nacionalidades, las lenguas y las historias pueden unir en lugar de dividir. Ustedes son la esperanza para un mundo diferente. Gracias. ¡Sigan adelante!», los convocó en esa dirección.
Tras haber animado a los jóvenes, el pontífice de 86 años se encargó de confirmar que la próxima edición de la JMJ será en 2027 en Seúl, Corea del Sur.
«Doy cita a los jóvenes de todo el mundo para el 2025, en Roma, para celebrar juntos el Jubileo de los Jóvenes. Y dos años más tarde, en 2027, la Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en Asia: ¡será en Corea del Sur, en Seúl!», los invitó.
Será así la segunda edición del evento en Asia, tras la que se hizo en Manila, Filipinas, en 1995.
Según Francisco, la llegada de la JMJ a Oriente «es un hermoso signo de la universalidad de la Iglesia y del sueño de unidad del que ustedes son testigos».
Luego de haber celebrado la misa que sirvió de ceremonia de clausura de la JMJ y de rezar el tradicional Ángelus dominical, Francisco encabezó un encuentro con los voluntarios que participaron del evento para agradecerles la tarea.
«Sigan así, sigan manteniéndose en las olas de la caridad, ¡sean surfistas del amor!», les dijo a miles de jóvenes en su última actividad en Lisboa, a quienes resaltó por haber «desafiado la gran ola» de la JMJ.
En una rueda de prensa en el avión de regreso, que despegó de Lisboa a las 18:15 locales (14:15 hora argentina) el Papa insistió en que se sentía «bien», tras su intensa agenda en Portugal y dos meses después de una importante operación abdominal, informó la agencia de noticias AFP.
Consultado por la prensa en el avión de regreso sobre sus próximas citas internacionales, el pontífice recordó que su siguiente visita será «a Marsella».
«No (una visita de Estado) a Francia», ya que «el problema que me preocupa es el del Mediterráneo» insistió el Papa.
«En el Mediterráneo, los obispos están teniendo este encuentro para reflexionar sobre el drama de los migrantes», dijo, en referencia a la conferencia que se realizará en esa ciudad del sur de Francia del 18 al 24 de septiembre, en torno a temas como las desigualdades económicas, la migración y el clima.
«El Mediterráneo es un cementerio. Pero no es el más grande: el cementerio más grande está en el norte de África. Es terrible. Por eso me voy a Marsella», dijo.
Fuente: Télam.