Eduardo Lorenzo estaba acusado de abuso sexual con acceso carnal agravado contra -por lo menos- 5 víctimas, todas menores al momento de los hechos denunciados. El cura se suicidó luego de que le dictaran orden de detención.
La primera denuncia contra el cura Eduardo Lorenzo (de 60 años de edad al momento de su muerte) fue hecha en 2008 y fue desestimada, pues el denunciante era todavía menor de edad y la Justicia argentina había considerado que no había elementos suficientes para iniciar un proceso.
Años después, las denuncias contra Lorenzo se acumularon: al menos 5 hombres denunciaron haber sido violados por el religioso cuando eran menores de edad. Esto permitió que se pudiera reabrir la causa e iniciarse una investigación.
Algunos de los hechos habrían sucedido cuando el cura coordinaba grupos de «Boy Scouts» y otros durante su actividad sacerdotal. También se lo acusa de organizar orgías con hombre y menores de edad en quintas.
En el marco del proceso en su contra, Lorenzo se tuvo que someter a una pericia psicológica. La misma dio como resultado que su psiquis presentaba una «estructura psicopática perversa». Se lo describió como un egocéntrico y manipulador.
La contundencia de la pericia psicológica fue suficiente para que la jueza Marcela Garmendia pida su detención, la cual no pudo hacerse efectiva tras hallarse el cuerpo sin vida del acusado en el suelo de su habitación, con un arma al lado.
Una de las víctimas dio su testimonio y contó que, después de someterlo sexualmente, Eduardo Lorenzo se iba a dar misa y le comentaba «estos pelotudos todavía creen en Jesús«.
Un monstruo espeluznante que le tuvo más miedo a la Justicia que a Dios.
