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sábado, mayo 18, 2024

La visión del zapatero remendón

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En esta entrega, Paranaländer reseña la vida y obra de Jakob Boehme, un místico y teólogo luterano que comenzó a escribir sus obras desde los 25 años, donde experimentó su primera visión.

 

Por: Paranaländer

“Toda la creación despedía otro olor más allá de todo
 de lo que las palabras puedan expresar”

Jakob Boehme, zapatero remendón ambulante, casado con la hija del carnicero de Goerlitz, sito entre Sajonia y Silesia, en el año del señor de 1600 a los 25 años tuvo su (primera) visión. Visión que le llevó  12 años comprender, pero casi nunca poder explicar, apenas decía que la única imagen que podría dar una idea de tal experiencia era la de la resurrección de los muertos.

Lluvia súbita llamó a una suerte de teoría de la escritura concebida por el maestro zapatero para dar cuenta de su visión.

“No es el arte el que ha escrito esto, ni hubo tiempo tampoco para entrar a considerar cómo hacerlo correctamente de acuerdo con la debida comprensión del arte de escribir, pero todo fue ordenado de acuerdo al Espíritu, que a menudo actuaba de prisa; de esta manera es probable que en muchas palabras hagan falta letras y en otros casos falten letras mayúsculas en una palabra. La mano del escriba por no estar acostumbrada a la tarea a menudo temblaba; y aunque pude haber escrito de manera más precisa, correcta y simple, la razón por la cual no lo hice fue que el quemante fuego forzaba esa velocidad en mí y tanto la mano como la pluma tenían que apresurarse a obedecer. Pues ese fuego viene y se va como una lluvia súbita.

Soy incapaz de escribir nada por cuenta propia, como un niño que no sabe ni comprende nada, no habiendo aprendido nunca nada; y solo escribo lo que el Señor quiere manifestar a través de mí”.

En 1610 tuvo otro chapuzón de esa lluvia súbita y extática, y lo contó en Aurora, su primer libro, obra maestra de la escritura automática o inspiracional.

Habiendo caído una copia de “Aurora” en manos del “Pastor Primarius” de Goerlitz, Gregorius Richter, se le prohibió seguir escribiendo.

Obedeció el decreto por 5 años.

Volvió a escribir en 1619.

“Las cuarentas contestaciones” son sus respuestas las preguntas planteadas por el doctor Walther, jefe de los laboratorios químicos de Dresden.

En 1622 renunció a su oficio.

“Sendero hacia Cristo” (1623) provocó un nuevo ataque del pastor Richter. Respondió a las acusaciones de blasfemia y herejía pero igual fue obligado a abandonar la ciudad.

En 1634 la muerte del pastor le permitió volver a Goerlitz, pero ya estaba mortalmente enfermo y murió el 21 de noviembre a los 49 años.

“No escribo esto para mi gloria sino para confortar al lector”.

Su visión mística y alquímica puede ser vislumbrada en este párrafo:

“Te declaro que el Ser eterno, y también este mundo, es como el hombre. La Eternidad no hace nacer nada sino aquello que es similar a ella; así como hallas que es el hombre, así es la eternidad. Considera al hombre en cuerpo y alma, en bien y mal, en alegría y tristeza, en luz y tinieblas, en poder y en debilidad, en la vida y en la muerte: todo esto está en el hombre, y también los cielos y la tierra, las estrellas y los elementos, y por supuesto también el Dios triple”.

 

 

 

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