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lunes, abril 29, 2024

Si quieres conocerte a ti mismo revisa tu muro en Facebook

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El filósofo César Zapata presenta la tercera parte de sus ensayos sobre la red social Facebook y el lazo que mantiene la misma con temas clásicos del existencialismo, tales como la vida, la individualidad y la libertad.

Acerca del extraño vínculo entre Facebook y el neo existencialismo. Tercera Parte

Comencemos recolectando algo de lo dicho en las dos partes anteriores de este ensayo, de modo que en este último escrito logremos un cierre abierto.

Facebook, como extensión virtual de la sociabilidad humana, es indiscutiblemente un nicho de negocios que ha logrado capitalizar los datos de sus usuarios, pues emerge desde y para este escenario neoliberal hegemónico.

Pero, dicha plataforma no se puede reducir solamente a eso, pues a través de un registro escritural, iconográfico y de compartir que denomina «muro», ofrece una gama de posibilidades que exceden a esta mera conversión del usuario en dato.

Es cierto, nos convierten en un dato pero existe una zona que desborda al dato, esta es: la individualidad, la singularidad, la intimidad, la subjetividad. Y dicho desborde fue y sigue siendo el aullido existencialista que clama por no dejarse encerrar en ninguna cárcel, ni teórica, ni económica, ni sociopolítica.

Si bien es innegable que la subjetividad es construida, producida y manipulada por referentes de poder que operan intencionadamente sobre el individuo, convirtiéndolo en masa, en capital, en sujeto político, en ganado, es al mismo tiempo innegable que dentro de «cada quien» existe una intimidad con la fuerza necesaria para darse cuenta en qué medida lo quieren manipular y con ello la prerrogativa de descolonizarse de las fuerzas exteriores, que, por lo demás, emergen de otras colectividades de individuos.

Esa reacción es la resistencia que levantó Kierkegaard contra la filosofía de Hegel. Imagine usted que cuenta con una teoría que puede explicar la realidad en su totalidad, sin dejar un solo rincón que se escape a su mirada. Con este tipo de  arma contaba Hegel, y mucho antes que él, Platón o Aristóteles,  pero y este es un pero crucial, acaso Hegel pudo explicarse a sí mismo en esta teoría del movimiento dialéctico del espíritu absoluto, acaso su teoría no fue una mascarada para ocultar el temor y temblor de un humano singular lleno de contradicciones, de deseos amputados, de incertidumbres infinitas.

Estatua de Kierkegaard en los jardines de la Biblioteca Real de Copenhague

El monumental movimiento dialéctico del espíritu absoluto, termina por estrangular al individuo deformándolo en una suerte de parodia de necesidades secretas del absoluto. Como señala claramente Pietro Prini al comenzar su notable Historia del Existencialismo: “La condena del filósofo especulativo o matemático consiste en ser la caricatura de sí mismo, la falsificación de todo lo que hay de singular, cualitativo y simplemente humano en su propia personalidad”.[1]

La vida como un hecho único

Someto a su consideración lo siguiente: todo de lo que usted puede ser capaz, en el  sentido mas amplio que pueda imaginar, es posible porque usted está vivo, ningún muerto ha sido capaz de crear algo.

La vida es la fuente desde donde brotan todas las posibilidades que alguien tiene en el mundo, un mundo sin vida, un mundo que no exista para nadie en realidad es nada.

Pues bien, desde esta lógica la pregunta es: qué es la vida, y por supuesto que parece una interrogante incontestable, pero Kierkegaard y Unamuno, tienen algo que decir al respecto: no es posible contestar esta interrogante desde una teoría que busque una definición, sin embargo se puede señalar una zonificación imprescindible para entenderla: la vida siempre es tu vida, es mi vida, es la de cada quien y cada cual, es un hecho singular que solo se puede comprender desde dentro, que solo se puede experimentar estando en ella, estando vivo.

No debería, entonces, ser la máxima: «conócete a ti mismo» (qué hizo suya Sócrates) el motivo principal de todo filosofar.

Si quieres conocerte a ti mismo revisa tu muro en Facebook

En este punto de nuestro ensayo de tres partes, arribamos por fin al corazón del «extraño» vínculo entre la bestia virtual y una especie de neo existencialismo.

El humano de principios de este siglo XXI enfrenta una dispersión increíble, comandada principalmente por la intromisión de lo virtual en su realidad. De un momento a otro y esto propiciado  por la pandemia de Covid, las pantallas se apoderaron de gran parte de nuestras vidas. Y nuestra vida huyó despavorida, pero no hacia afuera de la pantalla, sino a refugiarse nuevamente tras una pantalla recreativa.

Pues bien, en este contexto y para muchas personas Facebook es en cierta medida lo más parecido que tienen a un diario de vida. Si queremos recoger nuestros fragmentos  de tristezas, alegrías, logros, posiciones políticas, enamoramientos, desgarros, pánicos y toda la increíble gama de etcéteras, que nos entrega la vida que a cada momento estamos viviendo, podemos recolectarla desde ahí, ahí en una patética pantalla, en un rincón en donde a casi nadie le interesa hurgar, salvo a algunas personas cercanas y otro pocos curiosos prestos a culpar o aplaudir. Lee tu muro desde que ingresaste a face y dejarás de ser un dato monetario para convertirte en un dato para ti mismo, frente a ti mismo, mirándote a ti mismo en un espejo multirreflejo de mentiras, poses y verdades, en una virtualidad que a cada momento te desaloja  de ti mismo para regurgitarte como moneda. El plan de negocios de face no es perfecto, pues en él puede estar su propio exterminio, pero todo depende de ti, o sea del usuario.

El vínculo de face con una especie de nuevo existencialismo es extraño, pues parece casi como un daño colateral, dado que esta recolección personal que cada quien puede hacer de sí mismo, emerge como un huésped inesperado y potencialmente destructivo de un lucrativo negocio, varios países con ciudadanos conscientes han presentado serios reparos hacia el contrabando de datos que se da en Facebook, pero aún no he escuchado que ningún país o colectividad internacional reclame en contra de la mecánica de interacción propuesta por esta plataforma.

Usamos el neologismo neoexistencialismo para zonificar una suerte de degradación del existencialismo de mediados del siglo pasado, pues evidentemente en la mayoría de los casos los usuarios de Facebook no tienen la intención de profundizar en su individualidad, pero sí, en la mayoría de los casos el muro es una verdadera instancia para depositar y recolectar los fragmentos de su existencia (de hecho face te los recuerda) y dotarlos de sentido o también y a la vez recolectar y dotar de sentido lo que otros escriben.

Referencias

[1] Prini, Pietro. Historia del Existencialismo.El ateneo. Buenos Aires 1975.

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