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viernes, mayo 17, 2024

Vampiro-lula infernal de Flusser

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Paranaländer visita al célebre personaje de “ficción filosófica” Vampyroteuthis infernalis, que el checo-rapaiz Flusser (1920-1991) elaboró con el artista Louis Bec.

 

Por: Paranaländer

 

“En un campo de concentración, un supervisor de la SS se dirige a un prisionero y lo desafía: ‘yo tengo un ojo artificial y otro real. Si adivinas cuál es el artificial, te salvas del castigo’. El prisionero inmediatamente responde: ‘el ojo derecho es el falso’. Sorprendido, el oficial de la SS le pregunta cómo pudo adivinar tan rápidamente. ‘Es que ese ojo tiene una expresión humana, responde el judío’”.

Mi compinche de la pandilla creole-pidgin aporounholada, Adalberto Müller, durante su semana de visita a Asunción, entre otras joyas, me regaló el libro “A vida secreta dos objetos”, en el que participa como organizador junto a Alessandra Maia y Erick Felinto. Reúne ponencias de dos simposios internacionales de los años 2012 y 2015 realizados en Rio de Janeiro (y otras 3 ciudades) por el propio Felinto. Felinto es doctor en literatura comparada y profesor del programa de posgrado en comunicación en la UERJ. Ha publicado “O explorador de abismos: Vilém Flusser e o pós-humanismo” (2012). Tuvo acceso a los archivos Flusser de la Universidad de Arte de Berlín. En este libro de las ponencias también escribe sobre el teórico de los mass-media y ensayista especulativo checo-brasilero.

Para los aburridos lectores interesados en la tan poco interesante época que le tocó en suerte a nuestro autor de hoy, les digo que Flusser tuvo la mala suerte de nacer en Praga en 1920, pues Hitler decidió invadir Checoeslovaquia en 1939, cuando ya seguía sus estudios de filosofía en Londres (iniciados en Praga). En 1940 salta el charco hasta Brasil, con su esposa Edith Barth y su suegra. En 1945 se entera que toda su familia (judía) fue asesinada en los campos nazis. Vive entre São Paulo y Río de Janeiro, trabajando como docente y como columnista de la Folha de São Paulo.  Pero a la plaga nazi sigue la plaga de los militares golpistas de 1964 (sigue su mala suerte) y decide volver a Europa después de 32 años. Pero no a su patria, Checoeslovaquia, que ahora está detrás de la cortina de hierro, como satélite de la plaga comunista soviética. Así que se pasa dando conferencias y publicando libros en Alemania, Francia, Italia. Volviendo de Praga de una de estas conferencias, muere en un accidente automovilístico. Está enterrado en el cementerio judío de Praga.

Su lengua materna fue el alemán y el checo (en la que nuca escribió nada). Todos sus textos tienen manuscritos tanto en alemán como en portugués. De los cuales son traducidos al inglés y al francés. Flusser, para entendernos, es posmoderno. Y para probarlo será suficiente citar al último-primero de los papas del posmodernismo, Nietzsche, a quien menciona en una de sus obras: “Kunst ist besser als Wahrheit”, es decir, el arte es mejor que la verdad. Pero maticemos, no es que la verdad no exista para Flusser, es que siempre es incompleta, transitoria o fragmentaria. Y usamos de mentiras y falsedades para alcanzarla siempre. Meillassoux diría que es correlacionista, fideísta, relativista. ¿Pero dónde se halla la gracia entonces de Flusser preguntará algún avispado lector, que siempre los hay? Pues en su libro de 1987, “Vampyroteuthis infernalis” (traducible al portugués como vampiro-lula del infierno. Una digresión aquí. Lula en portugués es calamar, y también el presidente del PT y presidente de Brasil antes que Bolsonaro y Dilma). Esta obra, nos cuenta Felinto, es la quintaesencia de su proyecto llamado epistemología fabulatoria (o ficción teórica o filosófica). Y, por fin, lo acerca a la dia-cronicidad meillassouxiana. Los enunciados dia-crónicos son los que atañen tanto a la ancestralidad (o época anterior a la aparición del humano) como a la pos-humanidad. En este libro singular, Flusser describe al extraño octópodo que lleva el nombre del libro, el Vampyroteuthis infernalis, que sí vive, entre los 600 y 900 metros de profundidad, en el Mar de la China, pero muy poca gente ha visto. Fue elegido por el artista amigo de Flusser, Louis Bec, quien dotó al bicho abisal de cualidad fantásticas, tales como vida social, pensamiento, arte. Esta mirada al mundo desde los ojos luminiscentes de un octópodo que canibaliza a su prole, es la perspectiva dia-crónica, es decir, alejada de la mirada humana, que lo acerca a la actual filosofía llamada realismo especulativo. El texto de Flusser está acompañado por 15 planchetas, estampadas por el igualmente ficticio Institut Scientifique de Recherce Paranaturaliste, del biólogo, zoosistematizador y artista plástico argelino Louis Bec.

 

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