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martes, abril 30, 2024

Don’t Look Up

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Derian Passaglia escribe sobre Don’t Look Up, aclamada película difundida por Netflix. 

La película Don’t Look Up se estrenó en la nochebuena del año pasado. El plantel de estrellas que conforman el elenco parece el del PSG, el Real Madrid o el Manchester United del cine: Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrance, Meryl Streep, Cate Blanchett, Jonah Hill, Timothée Chalamet, Ron Perlam. El director, Adam McKay, es conocido por Anchorman 1 y Anchorman 2, locas comedias sobre el mundo de los noticieros y los medios de comunicación. Don’t Look Up se enmarca dentro del género de la ciencia ficción.

DiCaprio y Jennifer Lawrance son dos investigadores que descubren un meteorito que se acerca a la Tierra y la va a destruir en menos de seis meses. El sentido común, la representación de un hecho determinante para la humanidad, crearía un pánico generalizado entre la población o un sentimiento apocalíptico definitivo: ya no quedaría nada más para hacer que esperar la muerte, ver el meteorito acercarse como una pelota gigante de fuego en el cielo, lo que pasa en Melancholia de Lars Von Trier. No se cumple el sentido común en Don’t Look Up. Las palabras de los investigadores son puestas en duda incluso una vez que se confirman sus predicciones.

Un meteorito va a estrellarse con la Tierra, todos vamos a morir y los conductores de televisión hacen bromas en la tele (“¿el meteorito podría dirigirse a la casa de mi ex?”), los políticos usan el hecho para posicionarse frente a elecciones legislativas de medio término, un programador y empresario de la tecnología en modo Mark Zuckerberg o Steve Jobs ve al meteorito con buenos ojos para explotar los minerales que trae y volverse todavía más millonario, la gente en las redes sociales sube consignas en contra de las evidencias científicas: no miren arriba, no miren arriba, no miren arriba. La negación funciona como símbolo de una época donde la negatividad produce ignorancia antes que una verdadera oposición a lo dado.

No hay mensaje ecologista en Don’t Look Up. ¿Qué sería lo ecológico a salvar? ¿El planeta de los propios seres humanos? Hay, más bien, la intención de mostrar que lo real y lo ficticio se confunden y disgregan en las distintas realidades del mundo en el que vivimos, y que esto nos vuelve cada vez más tontos. No podemos, no queremos, no sabemos diferenciar lo real de lo ficticio y ese problema corresponde a los límites del lenguaje y la representación, disociados y en crisis hace ya más de un siglo.

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