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sábado, abril 27, 2024

El asombroso ascenso de Milei y la fortaleza singular de Paraguay

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Mientras Milei salió primero en las PASO de Argentina, dejando atrás en tercer lugar al peronismo, en Paraguay Payo solo pudo dividir a una oposición incapaz de representar electoralmente la esperanza y la novedad.

Las recientes elecciones primarias en Argentina han conmovido el panorama político regional. Javier Milei, economista ultraliberal y figura anti establishment, emergió con una fuerza inusitada y logró eclipsar a las principales estructuras partidistas argentinas: el peronismo-kirchnerismo (“Unión por la Patria”) y la alianza entre el macrismo y la Unión Cívica Radical (“Juntos por el Cambio”). Aunque la situación económica argentina tiene peculiaridades derivadas de su aguda crisis, este vuelco electoral se alinea con un fenómeno más amplio que ha estado surgiendo en la región: la derrota de los oficialismos en la post-pandemia.

Sin embargo, en este escenario de cambio y convulsión, Paraguay se ha constituido en una notable excepción. Lejos de debilitarse, el Partido de gobierno, representado por la ANR (Asociación Nacional Republicana o Partido Colorado), no solo retuvo el poder en 2023, sino que fortaleció su presencia legislativa y amplió la cantidad de gobernaciones. Esta singularidad de nuestro país, lejos de ser una coincidencia fortuita o el producto de algún “misterio” inexplicable, encuentra su fundamento en dos pilares esenciales.

El primero de ellos es la alta institucionalidad político-partidaria de la ANR. A diferencia de otros partidos y movimientos regionales que se terminaron desgarrando por conflictos internos, la ANR ha demostrado una capacidad notable para resolver sus disputas por medio de un proceso democrático interno efectivo. Esta cohesión y este compromiso con la institucionalidad le han otorgado una base firme y unificada. En ese sentido, la victoria de Santiago Peña fue producto de unas internas de alta tensión, pero cuyos resultados fueron respetados sin condicionamientos por los derrotados.

El segundo pilar fue la capacidad de contención social que mostró el Estado paraguayo durante los últimos cinco años. A través de una apuesta que favoreció la intervención estatal robusta en áreas estratégicas como la protección social y el incremento de infraestructura sanitaria, Paraguay logró contener posibles estallidos sociales y mantener la estabilidad del empleo. Asimismo, el énfasis en la obra pública como herramienta económica contracíclica fue una apuesta vital y clave, que promovió la estabilidad en tiempos inciertos

Con una economía en franca recuperación y una de las tasas de desempleo más bajas de la región (5,8%), Paraguay se destaca como un ejemplo de estabilidad en una región turbulenta. Esto no significa que el país no enfrente problemas significativos o desafíos apremiantes, pero sí da cuenta de que su situación actual contrasta positivamente con la de muchos de sus vecinos.

Ahora bien, el panorama no está exento de advertencias. La ascendente popularidad de figuras como Milei en Argentina, y de Payo Cubas en el contexto paraguayo, es indicativa de un descontento subyacente. Es una señal de alarma para las estructuras políticas tradicionales. Sin embargo una diferencia fundamental debe hacerse entre estos dos referentes “antisistema”: mientras Milei salió primero en las PASO de Argentina, dejando atrás en tercer lugar al peronismo, en Paraguay Payo solo pudo dividir a una oposición incapaz de representar electoralmente la esperanza y la novedad.

Dicha situación no debe provocar triunfalismos de ningún tipo. Por el contrario, supone un enorme desafío para la dirigencia colorada, aquella que palpa de manera directa las necesidades de los afiliados. El coloradismo debe mantenerse conectado con sus bases sociales de sustentación y permanecer fiel a sus raíces como un partido popular, policlasista y propulsor de la incorporación de sectores sociales excluidos. El coloradismo debe resistir cualquier tentación de sofocar o limitar la competencia, el debate y la discusión política al interior de su partido, que son los pilares de su fortaleza institucional.

La lección a sacar de las elecciones en Argentina y en Paraguay no es solo el sorprendente ascenso de nuevas figuras, sino la necesidad de autorreflexión, adaptación y compromiso con los valores democráticos. Mientras Argentina y otros países de la región intentan descifrar el mensaje de sus electores y trazar el rumbo hacia el futuro, Paraguay tiene la oportunidad única de consolidar sus logros y caminar hacia un futuro aún más prometedor, siempre atento a las voces de su gente y fiel a los principios que lo han llevado hasta aquí.

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