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sábado, noviembre 23, 2024

El sentimiento de odio

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El odio enfrenta, delimita las identidades, y a veces puede volverse una razón, el motivo de una existencia entera… Por: Derian Passaglia

En “El niño proletario”, un cuento clásico de Osvaldo Lamborghini, un chico pobre, recontra pobre, es violado y asesinado por un grupo de chicos ricos, que solamente se divierten con el sufrimiento y la vejación de una pobre pibe que no tiene nada en la vida. Lamborghini dijo alguna vez que se proponía escribir una parodia: el pobre es muy pobre y los ricos son muy ricos, con actitudes de ricos. Ese contraste es maniqueo, tan general que resalta las diferencias. Si no hubiera parodia en la muerte del pobre a manos de los niños ricos, Lamborghini caería en el lugar común, pero es justamente esa violencia casi pornográfica la que permite que el lector experimente un sentimiento de asco y repulsión. ¿De verdad cosas así pasan? El deporte favorito de los rugbiers, de hecho, ¿no es prender fuego a los linyeras?

El sentimiento del odio no es exclusivo de una clase social, no solo los ricos piensan que los pobres son “orcos”, gente que no califica ni siquiera de humana, que no debería tener ningún tipo de derechos. A veces es la misma clase oprimida la que se vuelve contra sí misma al reproducir el discurso de la clase opresora. Hace falta una buena novela, una buena película sobre los “desclasados”, porque en general la literatura y el arte tiende al paternalismo: los pobres son personas buenas, dignas y tristes, como en Humillados y ofendidos de Dostoievski. Orlando Belloni, pintor rosarino, pinta cuadros costumbristas del barrio pobre donde vive, en La Tablada. Esos cuadros no son grises, hay mucha fuerza y alegría en el color porque cuenta la pobreza desde adentro. Quizá el punto de vista sea necesario para no caer en otro lugar común, el de pensar que el pobre es triste por naturaleza.

Pareciera que el odio pertenece a las clases oprimidas por definición. La película francesa La Haine cuenta la historia de tres jóvenes franceses, en la década del noventa, que vagan por los suburbios sin nada para hacer más que pasar el tiempo, y se enfrentan con la policía. El odio se asocia al rencor, a la venganza, a aquello que vive en el espíritu como un mal y que para ser erradicado debe destruirse el origen de ese mal. El odio enfrenta, delimita las identidades, y a veces puede volverse una razón, el motivo de una existencia entera. Carlos Busqued, escritor argentino de culto que murió en 2021, escribió “cargado de odio”, según dijo, una de las mejores novelas contemporáneas, Bajo este sol tremendo. Héroe oracular de Twitter, su magia y su poder profético fueron póstumos: no pasa un día sin que alguien retuitee sus grandes verdades. “Es curioso que siempre la opinión distinta que hay que respetar es la del facho”, escribió alguna vez en su cuenta. Busqued hizo del odio un estilo, una forma de vida y expresión, que llevó quizá más lejos que nadie.

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