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miércoles, diciembre 4, 2024

El fútbol es un bluff o Suárez en Kosovo

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Paranaländer recibe al escritor argentino Eric Barenboim comentando su premiada novela Suárez en Kosovo (2018).

 

Si los seres humanos son los órganos sexuales de las máquinas, el fútbol es la fecundación/copulación en serie del bluff. Esto queda claro y manifiesto en esa suerte de hiperdelia del bluff que es «Suárez en Kosovo», premio novela breve de la Bienal Arte Joven Buenos Aires 2017 para su autor Eric Barenboim.

Miento de entrada. La vida es un bluff y el fútbol no es más que su tristeza post coitum. ¿Qué se puede decir de la novela aquí sin gafarla de spoilers?

Que se trata de un quid pro quo frecuente en el fútbol: algo parecido sucedió en los 80’ en Paraguay en Cerro Porteño, el club de barrio Obrero (y del cual soy hincha), cuando contrató a Ferenc Puskas, pensando que se trataba de Ladislao Kubala, célebre ídolo blaugrana del Barcelona Futbol Club, que porta los mismos colores que el ciclón.

Sucede en un país llamado Kosovo, una de las fracturas que quedaron después del fin de la guerra de Yugoslavia, y está protagonizada por un uruguayo llamado Suárez, ergo es una novela de fútbol en prima facie. Una novela por cierto sin ninguna escena de fútbol concreta, que yo recuerde ahora. Corrijo, es un Suárez doble, uno real y de carne y hueso, una criatura insignificante perdida en Pristina capital de Kosovo, y otro fantasmal, huidizo, famoso, que se hace esperar siempre.

Kosovo está lleno de albaneses, de hecho no se habla kosovari nunca sino albanés y serbio. Y Pristina, a su vez, llena de prístinos como escribe Barenboim. City de catedrales y mezquitas sin ninguna sinagoga. La atmósfera recuerda a Spiritus del recientemente finado Ismail Kadare. Hay un miedo soterrado en el subsuelo del pasado y sus pasadizos secretos, sus bunkers de la época paranoide. Y el argumento, que no puedo develar, por tan milagrosa ingeniería erigida, se parece a esa tradición china de arte mayor del engaño llamada Shanzhai. La empecé el viernes cuando muere Toumani Diabaté, el maestro maliense de kora (ese instrumento suerte de laúd hecho de calabaza que tiene 7 siglos) y la terminé ayer que fue el cumpleaños 83 de George Clinton (el niño estrella, es decir, una figura animatrónica alien). Se lee de un tirón, como beber cerveza un viernes de tarde.

Aquí se bebe mucho rakia (brandy nativo) y yogurt.

Miento again. Puedo contar cosas del libro, por ejemplo está la otra mitad del libro, su reflejo más noble y sufrido. Dardana, mujer que hace dos décadas ostenta con un título falso para sobrellevar su Residencia Familiar Pristina Dorada. Y su poliglotismo.  Su castellano argentinizado…

Nos visita esta semana Eric Barenboim. He visto incluso una pegatina callejera que anuncia una party con su presencia: Despedida a Julio y bienvenida a Eric. Viernes 26, Casiopea, 9 pm.

Esperemos que le sirva para escribir otra novela esta vez ambientada en nuestra modesta tierra llena de póras y  yiyis warrior.

 

 

 

 

 

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