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jueves, mayo 2, 2024

Acerca del extraño vínculo entre Facebook y el neoexistencialismo. Primera parte

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El filósofo César Zapata presenta la primera parte de una serie de ensayos que serán publicados en El Trueno. En esta ocasión, realiza una introducción al modo de funcionamiento de la red social Facebook y sus lazos con la herencia filosófica del existencialismo.

Diariamente desfilan por los muros de Facebook: manifestaciones de amor, celebraciones por logros personales, felicitaciones de cumpleaños, fotografías de la familia y amigos, declaraciones políticas, opiniones acerca de la contingencia, poemas, relatos, posteo de artículos, ensayos, llamados de melancolía, acuso de depresiones, eventuales suicidios, plagueos (quejas), profundidades, simulacros de profundidades, banalidades, comercio, compras, ventas, cambio y más y más cosas, casi tantas como en la vida, pero todas ellas castradas de corporalidad, o visto de otro punto de vista con una corporalidad virtual, que en ciertos casos tiene la  prerrogativa de objetivarse en el mundo no virtual.

Face es una especie de libro abierto en el escenario público, escribiéndose constantemente al calor de un magma de conexiones colectivas entre personas frente a una pantalla, enfrentadas a escribir un estado que la mayoría de las veces no consiste en una elaboración cuidadosamente pensada y repensada durante un tiempo, por el contrario esta red está ideada para que aquel que escribe lo haga con la inmediatez del diálogo, pero con la tardanza propia de la escritura. Es una suerte de conversación retardía, una charla que arranca unos segundos después que la oralidad y llega algunos segundos antes que la escritura cuyo vehículo es un correo postal o un mail.

Pues bien, hay ciertas características peculiares en este “libro”.

Por ejemplo, que es una invención que pronto encontró una oportunidad de negocios, muy del siglo XXI: convertir en monedas los datos de los usuarios. Al construir nuestro perfil y relatar el itinerario que dibujamos en el mundo nos convertimos en una fuente de datos, face te conoce y le cuenta (vende) a otras entidades quien eres. De hecho Zuckerberg, ha llegado a calificar de “amenaza existencial” a las acusaciones y reglamentaciones que han surgido en varios países con el objetivo de detener el pujante lucro e intento de monopolización a la que esta red aspira en el negocio de las plataformas digitales.

Mark Zuckerberg, creador de Facebook

Pero, en agradecimiento por las ganancias obtenidas, face te da la oportunidad de espiar a los otros, de meterte en el mundo del chisme. Una hermosa negociación del diablo, pues satisface tu apetito por enterarte de lo ajeno, a cambio de que deposites en su cuenta los hechos de tu vida, que después serán vividos en otra dimensión detrás de un agujero negro, por supuesto que esto último es casi imposible, pero la tentación borgiana de escribirlo fue mayor, tanto como las ganas reprochables de construir un perfil falso y convertirte en un detective Facebook.

Pero eso no es todo lo que se oferta en este curioso contrato, si usted quiere Facebook  puede ubicar a su amigo del siglo pasado, con el que estudió en la básica, y así captar su emotividad  de  adulto nostálgico (rango etario mayoritario en esta red) que se emociona con esta máquina del tiempo capaz de actualizar el pasado bajo la dirección brillante de un algoritmo, un especie de monstruo que come datos y los vomita en el plato de sus preferencias.

Poetas de Facebook, filósofos de face, agitadores políticos de face, revolucionarios de face, suele decir la gente que se niega a firmar contrato con este animal virtual, pero cuidado con eso, pues face es un libro y como todo libro se mide por la calidad del escritor, cada ser humano exuda lo que sus palabras o fotografías valen.

Además la intercomunicación que permite este tipo de redes, más de una vez se ha objetivado como detonante para cambiar situaciones, piense en la primavera árabe, o  en el rescate de los mineros en Chile: a Piñera el entonces presidente del país del cobre (como ahora) le interesaba un carajo la vida de esos obreros, pero la presión por las redes fue tanta que decidió volverla a su favor, y esto no me lo contaron, yo lo viví, por face por supuesto. Así como incontables personas en EEUU y Brasil vivieron una verdadera simpatía gatillada por millones de sospechosos like, en los posteos a favor de Donald Trump y Jair Bolsonaro.

Por si fueran pocos todos estos beneficios, además esta “medio siniestra” plataforma social instala en su mecánica algo propio de toda sociedad: el reconocimiento de los pares, y lo hace, justamente, a través de los like. Que esto puede afectar a nuestro cerebro e influir en algunas de nuestras decisiones,  es verdad, pero también es verdad que la aceptación de los demás está inscrita desde siempre en la condición social de los humanos y la buscamos constantemente, pero de nuevo esto depende del usuario: algunos buscaran el aplauso, otros desearán impactar a los demás para que tomen consciencia sobre tal o cual aspecto que a ellos les parece importante, otros irán tras de cierta popularidad que les abra la puerta como políticos u opinólogos de tendencias, algunos quizás simplemente ansían el placer de comentar para discrepar o hacer causa común. En esta sociedad de segunda mano, de segunda piel, de segunda realidad, con olor a poshumanidad, casi todo es posible.

Entrar a face es hacer un contrato con el diablo, peor aún es hacer un contrato con la única criatura que asusta al diablo: el humano, el humano que también espanta a Dios y a todos sus animales. Pues la verdad es que Facebook, fue creado a imagen y semejanza del ser humano mismo, es decir una fuente inagotable de pelotudeces y genialidades, encarnadas siempre en la figura individual detrás del posteo. Y es ahí en donde justamente queremos aterrizar: en el Individuo, pues hace menos de dos siglos un melancólico pensador danés, Sören Kierkegaard, entiende que el filosofar tiene su laboratorio de experimentación en el individuo y su interioridad.

Sören Kierkegaard, considerado uno de los padres del existencialismo



En lo que sigue someteré al examen de quien lee, la siguiente prototesis:

Una de las ganancias del existencialismo en la filosofía occidental es filosofar a través de formatos literarios, tales como un diario de vida, una novela, poema, obra de teatro o cualquier otra expresión estética. Pues bien Facebook, sin proponérselo conscientemente, reflota este formato a través del estado en el muro y sus eventuales comentarios, en tanto ellos se constituyen  como fotografías de itinerarios existenciales.

Ya juzgará usted si esto es posible de sostener en la segunda parte de este ensayo.

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