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domingo, mayo 19, 2024

Mear sangre, literatura del yo de la buena

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Un boxeador preso, Dum Dum Pacheco, escribe el mejor libro de autoficción desde la cárcel cuando todavía no existía el género de la autoficción. Por: Derian Passaglia

Hay muy pocos videos en los que se lo puede ver a Dum Dum Pacheco en Youtube. Además de campeón nacional de peso wélter en España y número uno de Europa, Pacheco actuó en varias películas a fines de los setenta y principios de los ochenta, como en Juventud drogada. Justamente, el minuto y medio de video que aparece en Youtube es de esta película, mientras, de frente, Dum Dum tira derecha e izquierda en el cuadrilátero. La curiosidad por su vida surge después de leer Mear sangre, una rara autobiografía escrita casi con los guantes puestos, cuando Pacheco estuvo en la cárcel de Carabanchel en 1969, y terminada en 1976, ya como campeón.

A Pacheco no parece importarle la desprolijidad de su literatura. No es que no le interese, porque en la cárcel se convierte en un gran lector, incluso lee un libro más de diez veces encerrado en un sótano sin aire ni ventanas por castigo. En la primera oración avisa que va a “tratar de hacerlo lo mejor posible” al escribir su vida. Hay urgencia en su escritura, una necesidad vital: no escribe, como la mayoría de estos libros, para redimirse, encontrar una absolución o redención en el lector, sino porque está en la cárcel, aburrido, solo, con amigos que sabe que pueden traicionarlo, con policías corruptos y abusadores, y casi sin contacto con su familia. Escribir es uno de los pocos lugares donde puede expresarse, donde se siente bien. El otro es en el ring.

Publicada en España por la editorial Autsaider, el libro puede leerse como una novela de iniciación a lo Dickens, con sus chicos perdidos de la calle en los años franquistas, o como un Pasolini vanguardista de los bajos fondos madrileños que pasan por todo lo que puede pasar un chico de la calle: muerte de amigos, pobreza y delincuencia. Una vez aceptado el contrato, la poderosa escritura de Bam Bam Pacheco pone a prueba al lector cuando cuenta escenas de violencia de género sin despeinarse, sin un solo momento de expiación de culpas. Quizá esa falta de moralismo es lo que potencia la adicción por Mear sangre: lo que le pasó en vida a Pacheco es lo que le tenía que pasar, y él no hace más que contarlo.

Hace algunos años se puso de moda la “literatura del yo”, gente de clase media que contaba sus miserias humanas de clase media: separaciones, violaciones, muertes de familiares, abusos, etcétera. La autoficción fue una consecuencia de las nuevas formas de vivir, del narcisismo de las redes, de que todo el mundo hoy puede y quiere ser escritor. Bam Bam Pacheco escribe una involuntaria obra de autoficción, la mejor literatura del yo antes que naciera el género, y sin haber leído a Marcel Proust.

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