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domingo, noviembre 24, 2024

Lo eternamente real es innombrable

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«Para los chinos, la poesía es vehículo de transmisión de saberes, la forma que adopta un conocimiento determinado, puede enseñar, mostrar valores, el registro que encarna el sistema de cosmovisión de un universo entero», por Derian Passaglia.

Por: Derian Passaglia

Ahora que vamos a ser colonizados por China me puse a leer el Tao Te Ching. Hay que estar preparados porque se vienen, cada vez más rápidos e imparables. El año pasado hice un curso de poesía china con uno de los mejores poetas argentinos vivos, Daniel Durand, y flashié. La poesía china antigua, la de Dinastía Tang, la de Tu Fu y la de Li Po, es tan genial que parece escrita por algún poeta de chupín y barba hipster de camisas floreadas. Es de la mejor poesía que se escribió en la historia de la humanidad. A diferencia de Occidente, la poesía china cambia la perspectiva; en vez del sujeto, el centro del poema es el objeto, en particular la naturaleza. Recibe la influencia de la filosofía y la religión del confucionismo, el taoísmo y el budismo. En ese curso, alguien abrió un libro que estaba escrito en versos, pero que no era poesía. Era el Tao Te Ching, el principal libro de la doctrina filosófica del taoísmo.

Lo primero que me volvió loco fue que estaba escrita en verso, una forma que en Occidente estuvo ligada en los comienzos a la épica y la epopeya, cantos de los pueblos antiguos sobre la guerra. La forma de la filosofía en Occidente fue el diálogo, no la poesía. En Ion, Platón habla sobre la poesía y dice que no es retórica sino un producto de la inspiración divina. Desde este primer momento, la poesía se separa de otras esferas, comienza su autonomía que finalmente decreta Kant. Para los chinos, la poesía es vehículo de transmisión de saberes, la forma que adopta un conocimiento determinado, puede enseñar, mostrar valores, el registro que encarna el sistema de cosmovisión de un universo entero. El Tao Te Ching se compone de 81 poemas. ¿Son poemas esas sentencias prescriptivas que aseveran la existencia del Tao? Algo tendrá que ver la lengua china, los ideogramas que se escriben de arriba hacia abajo en el papel, dibujitos que representan cosas y no sonidos (aunque también, pero no principalmente).

La filosofía china es inseparable de la religión. Hay que cambiar completamente la cabeza al pensar en la concepción religiosa de los chinos, porque no estamos hablando de dioses y semidioses, del espíritu o de la materia, del sujeto y el objeto, sino de aquello que es innombrable, que escapa al lenguaje, y que por esa misma razón solo puede ser percibido por los sentidos. El Tao es algo que se siente, y para sentir el Tao hay que despojarse del juicio e integrarse a las cosas como una cosa más. El ser humano es parte de este mundo al igual que un árbol, que un río correntoso, una montaña vacía, las nubes. El despojamiento es esencial para comprender la filosofía taoísta, porque “libre de deseo, comprendes el misterio”. Hoy en día el yoga está de moda, pero se busca a través de esta práctica alcanzar cierta paz espiritual, y no integrarse en el mundo para sentirse parte de él, para sentir como siente una piedra envuelta en moho en medio de un arroyo cristalino.

La estructura filosófica y formal del taoísmo se funda en un juego de oposiciones. Es difícil no pensar en la teoría crítica frankfurtiana, en la negatividad adorniana, al momento de pensar en qué se basan las fuerzas del tao, que son opuestas y complementarias, lo que se conoce como el ying y el yang. “El ser y el no-ser se crean mutuamente”, dice el Tao. La poesía taoísta encuentra su potencia en dos elementos que al oponerse realizan su esencia, como si todas las cosas del universo funcionaran así: un término lleva siempre implícito su contrario. Nada permanece en este universo, todo es mutable, todo cambia, el sujeto es uno con los objetos del mundo (“¿puedes distanciarte de tu propia mente / para así comprenderlo todo?”, se pregunta en un poema), se propone ir a la esencia, al hueso de las cosas, como si la razón del ser fuera dejar de ser.

No hay pasado ni futuro en el Tao, la existencia es un eterno presente tranquilo donde todas las cosas conviven en armonía. El Tao no es Dios, el creador del universo, porque el universo no tiene creador, o no se problematiza su existencia, es como si todo hubiera estado ahí desde siempre, y antes de ese todo hubiera habido vacío, y ese vacío primigenio es el que aspira alcanzar el Tao a través de su doctrina.

1

El Tao del que puede hablarse

no es el Tao eterno.

El nombre que puede nombrarse

no es el Nombre eterno.

 

Lo eternamente real es innombrable.

El nombre es el origen

de todas las cosas particulares.

 

Libre de deseo, comprendes el misterio.

Atrapado en el deseo, solo ves sus manifestaciones.

 

Y, sin embargo, misterio y manifestaciones

brotan todos de la misma fuente.

A esta fuente se le llama oscuridad.

 

Oscuridad de oscuridades;

he aquí la puerta a toda comprensión.

9

Llena tu cuento hasta el borde

y acabará rebosando.

Afila de continuo el cuchillo

y lo hallarás romo.

Persigue el dinero y la seguridad,

y tu corazón jamás podrá ser librarse.

Persigue la aprobación de la gente

y serás prisionero.

 

Haz tu tarea, después retírate.

He aquí la única senda hacia la serenidad.

25

Hay algo sin forma y perfecto

que existía antes que el universo naciera.

Es sereno. Vacío.

Solitario. Inmutable.

Infinito. Eternamente presente.

Es la madre del universo.

A falta de un nombre mejor

lo llamo Tao.

 

Fluye a través de todo,

dentro y fuera de todo,

y al origen de todo retorna.

 

El Tao es grande.

El universo es grande.

La tierra es grande.

El hombre es grande.

Estos son los cuatro grandes poderes.

 

El hombre sigue a la tierra.

La tierra sigue al universo.

El universo sigue al Tao.

El tao se sigue a sí mismo.

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