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sábado, noviembre 23, 2024

Literatura de creación

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Derian Passaglia escribe sobre Amado Señor, una obra de Pablo Katchadjian, donde al igual que en otros textos del autor se plantean grandes temas de la humanidad, en este caso acerca de Dios.

Por. Derian Passaglia

Pablo Katchadjian terminó con el posmodernismo, el relativismo, y toda la falopa postestructural de las últimas décadas con un libro de literatura. El mejor escritor joven argentino de los últimos años publicó Amado Señor, un texto que parece una novela epistolar en segunda persona, en la que un narrador le habla al Señor amado del título. El posmodernismo había terminado con los grandes relatos para priorizar historias mínimas, subjetivas, en un egocentrismo cada vez más obtuso que sigue dando textos centrados en la figura de un yo a la que no le pasa nada más que la separación con una esposa después de veinte años de matrimonio, frustraciones varias, muertes de padres, de hijos, maternidad, en fin, todo eso que también las redes sociales explotan: yo, yo, yo, yo.

Katchadjian vuelve a las grandes preguntas de la existencia de una forma nueva. En Gracias era la libertad, ¿existe la libertad total? ¿la libertad a secas?; en El Aleph engordado era el autor, al intervenir el texto más famoso del escritor argentino más famoso; en Qué hacer se preguntaba cómo escribir, de qué manera es posible. Parece como si Katchadjian fuera uno de los pocos escritores de izquierda geniales en todo el mundo, escritores que en general suelen tener ideas conservadoras, presentarse como una figura ajena y separada de la realidad, votar en blanco, etcétera. Se lo asocia con la vanguardia. Pero es vanguardista en el sentido de que cada libro nuevo suyo es un corte con lo anterior, un fin y un comienzo, y como aquellos vanguardistas de los años 20 crea la literatura de la nada en un contexto que solo remite a sí mismo.

Amado Señor se pregunta por Dios. ¿Quién escribe hoy en día textos cuyo centro sea Dios? Este Dios está desplazado, porque no es Dios, y porque en ningún momento se dice la palabra “Dios”. Este desplazamiento genera que el “Señor” del título pueda adoptar cualquier forma, de manera que las cartas se dirigen a un Amado que puede ser un Punto, la Luz, la Sedimentación, la Defección, la Manera, la Rosca, y siguen. El Amado Señor está en todas las cosas y a todas ellas el narrador les habla, no les escribe, les habla como si estuviera rezando una plegaria murmurada. Esa segunda persona, a través de la reiteración, parece dirigirse al lector: “quiero hablarte y que me escuches”, “quizá (…) hablarte sea lo más genuino que puedo hacer”, “sé que accedo a vos de manera completa cuando te hablo”, y al final: “te hablo, no sé de qué, no sé para qué, pero gracias por escuchar”. El Amado Señor es también un lector, alguien que escucha. La novedad en Katchadjian es que este Señor no escucha confesiones de un alma en pena o necesitada de purgar culpas, sino simplemente el discurrir del monólogo de un narrador que le habla.

Las cartas buscan desentrañar la esencia de lo que cada cosa es poniendo en tensión dos términos opuestos. Pero para esto el narrador no describe un objeto, sino que parte de las asociaciones que la cosa le trae. Para hablarle al Amado Escarabajo recuerda al presidente que hablaba de civilización y barbarie; cuando se dirige a la Amada Manera, cuenta la historia de Briseida, una artista que fue invitada a producir una obra en una famosa exposición mundial de arte contemporáneo. La tensión entre dos términos es lo que le permite al texto avanzar porque no se definen, están en un balance permanente de avances y retrocesos.

Amado Señor habla sobre la creación de las cosas en distintos niveles: “Yo te creo, pero no sé qué estoy creando cuando te creo”, “¿qué se puede inferir de la mente del creador viendo lo creado? ¿Qué se puede inferir de la mente del creador viendo lo creado -este texto-? ¿Qué se puede inferir de la mente del creador viendo lo creado -yo-?”. Dios creó el mundo, pero Dios no está en el texto, está el Amado Señor, que crea al narrador que crea al texto que crea la Amada Creación.

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