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sábado, noviembre 23, 2024

Freaks

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Ser distinto parece un valor en sí mismo que acentúa la individualidad y la lógica mezquina del “yo”, que parece más concentrado en volver mercancía y producto su rareza que en proponer una verdadera estructura distinta del mundo

Por: Derian Passaglia

¿Es el Quijote el primer personaje freak de la literatura? Su locura es estructural y episódica, y a medida que la novela avanza se entiende que la creación de Cervantes vive en un mundo creado por él: un autor que crea un personaje que crea un mundo imaginado. De repente, en algún momento, ser raro, freak, distinto, especial, se volvió una norma. El gran heredero de Cervantes es Kafka, muchos personajes de sus cuentos son freaks. Josefina es una cantante que no se sabe en qué idioma canta y si lo que canta no será un chillido. “El pueblo no la entiende”, dice el narrador de Josefina. El artista del hambre, otro personaje kafkiano, cree que ayunar es un arte. Gregorio Samsa se despierta convertido en un insecto horrible. Los personajes de Kafka son freaks porque están al margen de la ley, incomprendidos para ellos mismos y el mundo entero.

El freak es el diferente, aquel que no puede adaptarse a una sociedad reglada porque se rige por sus propias reglas, y a veces adquiere el carácter de monstruoso, como en la película Freaks (1932) de Tod Browning. Los freaks son fenómenos de circo. Hay enanos de voz finita y de apariencia infantil, mujeres barbudas, siamesas, un hombre sin piernas y otro que es solo un torso, se mueve como si fuera un gusano gigante y se ayuda con el suelo para prenderse un cigarrillo. Estos freaks se exhiben al mundo, su rareza se convierte en consumo. La película muestra que los freaks, como cualquier humano, tienen sentimientos.

Una versión moderna del freak es la de David Lynch y su hombre elefante de 1980. La película es dramática y existencial, y va más allá que la de Tod Browning, porque a través de la figura monstruosa de un hombre que padece una enfermedad se accede a un mundo interior que parece ajeno, extraño y perturbador; es difícil de asimilar un padecimiento semejante, perpetuo, que va a perseguir al hombre elefante hasta el fin de sus días. Lynch revela la humanidad de un freak al mostrar su condena, que aparece nada más que al verse frente a un espejo.

Los personajes de Werner Herzog están locos de remate. Fitzcarraldo es un rico señor europeo que quiere construir una ópera en medio de la selva peruana a orillas del Amazonas. Su idea es delirante, pero tiene los recursos para hacerlo, y monta una estructura de madera y sogas para subir un barco arriba de un monte y pasarlo para otro lado. A Aguirre, un conquistador español, parece volverlo loco la selva y convierte una expedición por el río en una tiranía en la que mata a cualquiera que no lo obedezca. Timothy Treadwell, ex alcohólico, pasa catorce veranos conviviendo con los osos de Alaska, quiere protegerlos y conservarlos. Se ve que alguno de los ojos no estaba tan contento con Timothy y lo despedaza. Los freaks de Herzog llevan sus convicciones hasta sus últimas consecuencias, viven y mueren con su propia ética.

El último año del siglo XX se estrenó la serie Freaks and Geeks, que tuvo una temporada y se convirtió en una obra de culto. Judd Apatow, entre otros, estuvo en la dirección; James Franco y Seth Rogen fueron dos de los protagonistas. Los freaks y los geeks, como Bill Gates o Mark Zuckerberg, se habían vuelto cools, y es el modelo al que se aspira: un individuo diferente del resto de la sociedad. Ser distinto parece un valor en sí mismo que acentúa la individualidad y la lógica mezquina del “yo”, que parece más concentrado en volver mercancía y producto su rareza que en proponer una verdadera estructura distinta del mundo.

Hay un meme de una mujer en un supermercado, que no sé si es una famosa o una cualquiera, que tiene una leyenda arriba de la foto: “She’s so crazzzzzzzy! Love Her!!!”. Me gusta porque es la burla a la visión que cada persona tiene de sí misma. La mujer está en la sección de congelados, pone los dedos en V de las dos manos y sostiene en la cabeza una bolsa de papas fritas. Hace un ligero piquito con la boca y mira a cámara pícara, riéndose quizá de su locura.

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