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viernes, noviembre 22, 2024

Artistas del hambre estronistas

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Paranaländer bucea entre los diarios apolillados de antaño para quedar anonadado ante las noticias que el pasado trae.

Por: Paranaländer.

“arte es cualquier cosa hecha en el estudio” (Bruce Nauman)

 

Lo primero, Paraguay es un país sin libros por antonomasia. ¿Qué nos queda? Los sueltos de periódicos del pasado, los maravillosos sueltos de La tribuna, Patria, ABC…Hoy saco dos de estos sueltos, del año cabalístico de siempre, 1967. Uno, titulado, “Documento preparado sobre participación en la Bienal “(La Tribuna, martes 10 de enero de 1967), el otro, “La crisis de los jurados en arte” (La Tribuna, martes, 10 de octubre de 1967), en realidad es un artículo de opinión firmado por la artista Márquez. Los dos salieron un día martes, día del dios bélico y combativo. Mismo día en que este modesto columnista vio por vez primera la luz infrarroja de la realidad y soltó su grito primal. El primer suelto, paranoico hasta un grado surrealista, da cuenta del proceso de selección de artistas para la Nona Bienal de São Paulo, que queda en las manos aleatorias de la diosa fortuna. Es tal, al parecer, entonces, el miedo (“a fin de evitar situaciones desagradables en el método de selección”) a que la digitación directa reitere algunos nombres, más que obras, que se ha consensuado ceder todo el container parawayensis, que representará al país dictatorial, al azar. A continuación, les transcribo los nombres de los “pintores y grabadores” seleccionados además de los que participaron en las bolillas y, sobre todo, el nombre del escribano público, Luis G. Benítez, conspicuo hombre del régimen (a no ser que se trata de un homónimo). Segunda cosa a enfatizar aquí: en los años 60 el arte era cosa seria, como en el futbol, se peleaba con sudor y lagrimas por representar al país con su arte. Tercera cosa: los artistas eran como futbolistas estrellas que querían ser parte de la delegación nacional en un evento internacional, a tal punto que podríamos parafrasear hasta la parodia el epígrafe estético de Nauman: arte es todo lo que un país (dictatorial o no) envía a otro país (dictatorial o no) que organiza una Bienal. Hoy es Koki Ruiz, ayer fueron Edith Jiménez, Márquez, Colombino, Careaga, Blinder, Pindú…

Firman el documento Ida Talavera, Lotte Schulz, Laura Márquez (seleccionada por una bolilla), Leonardo Torfs (ídem, agraciado por el bolillero), William Riquelme, Pedro de Lascio (ídem), Jacinto Riveros, Fernando Grillón, entre otros.

El método aleatorio fue usado por el Ministerio de Educación y Culto del gobierno dictatorial de Stroessner para su representación artística en la Bienal de Arte Moderno de 1967.

Cuarta cosa: en ningún momento percibimos en ninguno de los recortes de diario que la preocupación primera de estos artistas sea la incomodidad de representar a una dictadura. Incomodidad que su servidor tuvo hace unos años cuando se editó sendas antologías de poesía y narrativa en el régimen de partido único y un solo canal de propaganda de Cuba. Preferían, antes de quedar fuera por culpa de un dedo sabio (¿o político?), que la casualidad decida quién iba a representar al Paraguay de Stroessner. Se discute el método pero no lo esencial: ¿es conveniente participar representando a una dictadura? ¿Mi arte pero con sello estatal? Esto no es un tema menor, hoy que ciertos “pintores y grabadores” de entonces han sido acríticamente entronizados poco menos que como mártires incruentos de la dictadura… ¡Mamita!

Nadie escapa a esta visión, ni la Márquez que en su artículo anti-jurados sopesa todas las posibilidades para mejorar los concursos y que no ganen siempre las potencias artísticas, pero que nunca sucumbe a la cuestión ética del artista (primera y elemental) si debe o no representar a una dictadura. Sí, ladies & gentleman, Márquez, Colombino, Jiménez, Pindú, Careaga, Di Lascio, Blinder, Burt, Laterza Parodi y Ketterer, viajaron a la IX Bienal de Sao Paulo en representación de la dictadura estronista.

 

 

 

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