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viernes, noviembre 22, 2024

Por un arte colectivo

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Derian Passaglia reflexiona sobre las relaciones entre el arte, la individualidad y lo colectivo, repasando algunos hitos de la historia en que se expresan dichos tópicos.

Del final del cuento Tlön, Uqbar, Orbis Tertius se desprende la idea de un arte colectivo, porque la enciclopedia que narra el mundo de Tlön es escrita por muchas personas distintas y leída por una sociedad secreta. Va a llegar un día, dice el narrador borgeano, que el mundo será Tlön, con ese afán de totalidad que tiene la literatura de Borges; es decir, va a llegar un día en que el arte sea construido por todos.

La concepción del arte en Occidente es aurática. Una obra de arte es original, producida por una mente brillante y única, y tiene un carácter irreproductible, es una manifestación única, como decía Benjamin. Esta forma de ver el arte en nuestra cultura choca con las pretensiones borgeanas de un arte universal, donde no se diferencien lectores de escritores, productores de receptores.

En el prólogo a su libro Oda, Fabián Casas dice que Cauli, su editor y mentor, le enseñó a no tomarse en serio y que la literatura es una construcción colectiva. Reconoce la influencia de jóvenes poetas de su generación, así como Martín Gambarotta, otro poeta de la misma generación, habla de la “voz de una tribu”.

El arte y la literatura colectiva no se rigen por las leyes del sistema capitalista, que pena con hasta cinco años de cárcel la violación a la autoría intelectual de una obra. El plagio, la influencia y las ideas prestadas son constitutivas de la lógica artística. El conde de Lautréamont fue el que dijo: “la poesía debe ser hecha por todos”.

En la década de los años veinte, con el surgimiento de las vanguardias históricas, el arte hecho por todos se volvió una cuestión burocrática, y los manifiestos de movimientos artísticos como el surrealismo o el dadaísmo prescribían los modos de escribir, pero al mismo tiempo democratizaban la experiencia del arte y la literatura. Cualquiera que quisiese, siguiendo una serie de reglas, podía escribir un poema surrealista. La máxima burocratización del arte la alcanzó el realismo socialista en la Unión Soviética estalinista.

¿Cómo volver al arte colectivo en una era que privilegia cada vez más lo individual? César Aira sabe que es necesario evitar el destino individual, y que encontró las armas colectivas en el marxismo. Borges repetía, a través de Walt Whitman, que todos los hombres son un solo hombre. El arte y la literatura en comunidad necesita difuminar las barreras del espacio y el tiempo para volver cercano lo lejano, y hacer de La Ilíada, con sus enfrentamientos entre bandos y castas, sus príncipes y reyes, sus dioses y semidioses, sus epítetos de guerreros nobles, un libro que habla sobre nosotros.

 

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