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lunes, mayo 6, 2024

El estado ideal de Mainländer (1841-1876)

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Paranaländer contempla aturullado la humanidad futura, zombi y sin voluntad, diseñada por el Estado Ideal del filósofo entrópico Philipp Mainländer

Por: Paranaländer

En la humanidad futura, para el filósofo de Offenbach, atravesando la actividad hacia la paz, quedarán sólo hombres despojados de toda fuerza, cansados, agotados, casi muertos y paralizados.

La poesía da bienestar y la religión es un consolador (opio para el pueblo como decían Bauer y luego Marx), incluso la filosofía no destruye la fe, es solo su avatar metamorfoseado en saber: es urgente, por ende, resolver las demandas sociales.

Esto es, dominar la (única) ley del dolor y el nivelamiento de la sociedad.

En Schopenhauer, la satisfacción de las necesidades conduce inexorablemente al aburrimiento (Ergo, podríamos inferir de esto de que hay vida mientras mande la ley del dolor, cuando prime la carencia, el estómago vacío, los sueños incumplidos).

En Mainländer, discépolo bipolar, la satisfacción de toda necesidad y todo placer lleva al Estado Ideal.

Pero este Estado Ideal no hay que entenderlo nunca en sentido marxista, como sociedad de iguales.

Interesante que Mainländer, lector más bien de Lasalle, nunca se jactó de seguir ninguna necesidad “científica”, al contrario, todo su afán filosófico se ha concentrado en debilitar la “ley” del dolor, que tiene estatus budista a lo sumo. Mientras Marx, que ha proclamado la cientificidad de su método dialéctico, histórica lucha de clases en la cual una de las partes saldrá al final victorioso.

Mainländer sí apela a la ciencia para alcanzar el Estado Ideal, es decir, el debilitamiento en el hombre de todos los apetitos que hasta entonces habían endemoniado su existencia: el segundo principio de la termodinámica o entropía (establecido por el prusiano Rudolf Julius Emanuel Clausius, 1822-1888, en su obra de 1876 “Teoría mecánica del calor”), que reza “en un sistema cerrado siempre que un cuerpo cede calor a otro más frío, entonces se disipa una parte del calor cedido”.

De ahí que el científico dedujera que en todo intercambio térmico de calor existe una constante de dispersión térmica. La entropía de un sistema aislado crece cada vez que el sistema sufre una transformación, entendiendo por entropía aquella cantidad que mide la energía disipada, es decir, perdida, en un intercambio de calor, o el grado de desorden de un sistema cerrado. Un ejemplo mío -no del virgen Mainländer-: un sistema físico, un hombre que está copulando (orden inicial) irreversiblemente debe pasar o caer en el orgasmo y la tristeza poscoitum (desorden medido)

El Estado Ideal del filósofo entrópico se alcanza cuando el estadio de satisfacción y plenitud de todos los apetitos -poder, propiedad, fama, honor- se han apagado. Especie de estado distópico más bien salido de una obra de sci-fi negra, poblada de una humanidad zombi, anémica, sin voluntad.

¡El pensamiento débil de Vattimo parodiado avant la lettre!

El hombre es para Mainländer solo un concepto que pasa de la vida a la vida (la reproducción) y de la vida a la nada relativa, pero cuyo fin es, si uno tiene la mirada omniabarcadora de la filosofía inmanente, la nada absoluta.

Del debilitamiento de la voluntad (enzombimiento) al desarrollo del espíritu hasta recalar a la redención final: es el destino del hombre.

Este Estado Ideal como súmmum del ateísmo científico (entrópico-budista) busca la beatitud cuasi mística de la cancelación del hombre del libro de la vida.

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