Derian Passaglia escribe una nota etnográfica sobre los que pueblan las primeras horas del día en la ciudad de Buenos Aires, Argentina.
La intención de esta nota es puramente etnográfica. Desde que me mudé, voy al trabajo caminando, y en ese trayecto tengo cuarenta minutos. A las siete de la mañana, cuando salgo después de desayunar, hay poco movimiento por la calle. En algún momento de esas largas caminatas desarrollé un sentimiento de comunidad con las personas que están en mi misma situación. Vamos despacio a nuestro destino, todavía dormidos, en silencio, a pasos cortos y aletargados. El método etnográfico utilizado fue el de la observación en un perímetro que abarca dos barrios.
La pregunta disparadora se podría formular así: ¿quiénes nos despertamos a las 6 am? Maestros, profesores, alumnos, directivos, preceptores, porteros, personal no docente, padres y madres que llevan sus hijos a la escuela. Padres y madres con criaturas muy chiquitas. Kiosqueros, algunos, no todos. Panaderos y pasteleros. Colectiveros, taxistas, remiseros. Encargados de edificios, empleadas domésticas, las chicas que limpian. Canillitas, camioneros, proveedores.
Carniceros, pescadores. Locutores, periodistas (no todos), camarógrafos, productores, iluminadores (algunos). Señoras con mascotas, paseadores de perros. Vidrieros, electricistas, trabajadores de fábricas con sindicatos fuertes: metalúrgicos, textiles, etc. Jubilados. Obreros de la construcción, seguridad e higiene, arquitectos, ingenieros.
Vendedores ambulantes no calificados: chipa, torta asada, torta frita, empanadas y sánguches en la estación de tren, o en una esquina estratégica de gran tránsito. Estatales (solo en el interior del país), cafeteros ambulantes, algunos verduleros, estancieros. Mozos, médicos, enfermeros, pacientes, recolectores de basura. Linyeras (aunque puede que hayan estado despiertos desde antes).
